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Avanzado

Relato del Ciudadelas I

Enviado por jcdenton 
Re: Historia Colaborativa del Ciudadelas I. Relato.
21-March-2006 01:38
En la Corte
[Mediodía del viernes]

El Rey Úlin fija su mirada en la reina mientras todos guardan silencio absoluto arrodillados.

-Al parecer ha habido algunos cambios durante mi ausencia...

(mirando a Héctor)

-...según me han notificado al llegar a la ciudad.
¡Condotiero! ¡¿A qué se debe esta reunión?!

Héctor se aclara la garganta y alza su rostro desafiante:

-Se ha producido la desaparición de jcdenton así como de sus guardaespaldas.
Su ilustrísima el Abad Rafa tiene una teoría incriminatoria y pide un registro de las propiedades de los sospechosos.

-¿Solo eso?

-La mayoría de los sospechosos se encuentran presentes. Son cargos importantes de la ciudad nombrados por vos o por vuestra reina.

-¿Y en base a qué son las acusaciones?

-Testigos presenciales de la ausencia injustificada del Recaudador la noche de la desaparición, pruebas circunstanciales no definitivas...

-Por esta vez le daremos una oportunidad al Abad.
Ordenad un registro completo. Aunque no creo que haga falta encarcelar a ningún sospechoso de momento.

-Como ordenéis Rey Úlin.-dice Héctor inclinando la cabeza levemente.

-Y ahora, retiráos todos. ¡He dicho todos!.

Mirando a sus hombres:-Y vosotros, cerrad las puertas. Que no entre nadie en la sala.

Obedientes, cada noble, diplomático, soldado y paje abandona la sala.
El último en cerrar las puertas, el valeroso Harkonnen, cruza su mirada con la reina justo antes de cerrar los grandes portones de la sala.

El rey, que no ha dejado de mirar a Matilda desde que entrara en la sala, cambia su rostro impretérito a una mirada obscena y salvaje.
Se quita la corona y la tira a una esquina de la sala como si fuera un trozo de metal sin valor.

-Mi Reina... no podéis imaginar cuan larga se me ha hecho la espera...

-Mi Rey... también a mí. Creí que me volvería loca. ¡Pero al fin habéis regresado!.

El Monarca se despoja rápidamente de sus pesadas ropas de abrigo arrojándolas sobre la corona.

-Si hubiera supuesto que nevaría estos días durante el viaje de regreso dejándome aislado durante semanas jamás habría partido de caza...

Y se quita la camiseta con tanta impaciencia que rompe algunas costuras.
Da varios pasos y sube algunos escalones acercándose al trono de la Reina que se pone en pié como si algo afilado la hubiera mordido en su real trasero.

-Úlin... ¡Vuestra mirada...!

-¡NO PUEDO ESPERAR MÁS!

-¡Parecéis una bestia en celo mas que un ilustre rey!.

-Y vos una presa indefensa y muy apetecible.
¡Hagámos el amor como animales salvajes!

El Rey se lanza sobre su Reina dispuesto a someterla a sus mas oscuros deseos.

-¡No!

-¡¿PORQUÉ NO?!

-¡Aquí no! ¡En la alcoba real!

Matilda lo esquiva ágilmente y corre hasta la puerta de la sala. La abre y sonríe deliciosamente a Úlin:

-Os estaré esperando... vestida para la ocasión.

Úlin sonríe pletórico.

Matilda le arranca la sonrisa con crueles palabras:

-¡Pero antes daros un buen baño!

Y cierra la puerta.

Re: Historia Colaborativa del Ciudadelas I. Relato.
21-March-2006 01:39
En el Puerto
[Medio día del viernes]

Buenas noticias.

Aparentemente la Iberian no ha partido aún pero poco le faltaba pues ya tiene a toda su tripulación de expertos marineros a bordo además de una hermosa mujer de la nobleza, diplomática de la ciudad y al astuto mercader Xals Monroe.
Como buen gesto de Héctor al capitán Munitis, no se le acusa de tener claras intenciones de infringir la orden que prohibía a todos los barcos del puerto su partida.

La Iberian es registrada así como toda su tripulación. No se encuentra rastro alguno de la carta que recibiera Bita. Es libre del cargo de la que se acusaba excepto de inclumplir sus funciones por un día.

Malas noticias.

Las pesadas cajas que guarda el navío en su bodega son registradas minuciosamente por los guardias de la Condotiero.
Se encuentra en una gran caja, enterrados en arena y guano, los cadáveres de los dos guardaespaldas de jcdenton.

Según consta en los papeles de propiedad, la caja en cuestión es de una partida de abono de estiércol de murciélago cargado hace días para ser vendido en Sicilia por el propio Munitis.

El capitán pide que se investigue a su propia tripulación y a los mozos del puerto: ha de haber un traidor que ayudara al asesino a guardar los cadáveres en las cajas con la esperanza de que el olor pasara desapercibido.

Muy malas noticias.

Achiles es considerado primer sospechoso: una daga manchada de sangre ha aparecido en su arcón.

Bita, Achiles, Ozzy y Munitis se consideran bajo sospecha pero conservan la plena libertad salvo para abandonar la isla o dejar la ciudad.

Re: Historia Colaborativa del Ciudadelas I. Relato.
21-March-2006 01:41
En la alcoba real
[Noche del viernes]

Golpes suaves en la puerta. Susurros.

Matilda responde:-¡Un momento! ¡Esperad mi Rey!

(se escuchan algunos ruidos)

-¡Adelante! ¡Pasad, mi querido Úlin! ¡Aquí tenéis a vuestra reina, caliente y disp...

La cara de Harkonnen aparece por el hueco dejado por la puerta y el quicio de ésta.
Sus ojos parpadean sin poder creer lo que está viendo:

¡Su graciosa majestad se encuentra en una indecente y calenturienta postura sobre la gran cama real, apenas tapada con algunas sugerentes telas livianas y semitransparentes!

Harkonnen entra rápidamente en la habitación.

Matilda cambia de postura cruzando las piernas y tapando sus pechos grácilmente con las manos...

-¡¿Pero qué hacéis Sir Harkonnen?!

-¡El Rey está en los baños! Aún tardará algún tiempo en llegar. Necesito estar con vos... ardo en deseos de yacer en vuestro lecho... y ahora, con él de regreso, pasarán semanas hasta que volvamos a tener una oportunidad de estar juntos tú y yo majestad...

-¡Pero el Rey vendrá dentro de poco!

-Os deseo Matilda. Con todo mi ser.
Vos sois el pecado encarnado ¡y yo el pecador que irá de cabeza al infierno!

-¡Cerrad al menos la puerta!

Harkonnen la cierra presuroso y saca una llave de entre la camisa que lleva colgada al cuello. Echa la puerta con la llave y la guarda de nuevo.

-Sir Harkonnen... ¡os habéis forjado una copia de la llave de mi alcoba...!

El pomo gira segundos después. Matilda mira al caballero, molesta por el atrevimiento y sorprendida por su ingenio. Su porte viril y rudo le hacen dudar.
Se muerde el labio y lo devora con los ojos.

-No hay tiempo... -dice más para sí misma que para el caballero, tratando de autoconvencerse.

-Sí que lo hay...

-No... se dará cuenta. Tenéis que comprender que todo ha cambiado desde su larga ausencia. Debéis aguardar a un momento mejor. Aunque...

Harkonnen pone cara de interrogación.

-...quitáos la armadura.

El caballero sonríe y se acerca a la cama.

-No deis un paso más. Tan solo quiero volver a ver vuestro cuerpo desnudo.
Quitáoslo todo, es una orden de vuestra graciosa Majestad. ¡He dicho... TODO!.

Harkonnen obedece imaginando el final de la escena.
El pomo vuelve a girar inútilmente pero ninguno de los dos se da cuenta.

-Así... dejad que vea vuestro torso desnudo... uhmmm... quitáos también la parte de abajo... ahmmmmmmMMMmmmm... ¿alguna vez habéis escuchado ronronear a una gata en celo?...

(pom pom pom: vuelven a llamar a la puerta pero con fuerza y decisión)

-¡Mi Reina! ¡Ya estoy aquí!

Matilda susurra al caballero: -¡Rápido, es el rey. Id al armario enseguida!

Harkonnen, con toda la agilidad que le han dado años de entrenamiento...
...entrando en armarios de doncellas, se cuela en un visto y no visto.

Matilda: -¡Mi Rey, pasad!

El pomo gira con fuerza.

Desde el otro lado una voz grave: -¡La puerta está cerrada!

Matilda se levanta, se acerca rápidamente al armario, lo abre, contempla el espectáculo de ver a Harkonnen totalmente desnudo enterrado entre sus propias bragitas de colores, corsets, sostenes y demás ropa interior y vestidos. Le quita de un tirón la llave de las manos y cierra de golpe la puerta del armario.
El caballero no puede evitar un gemido de puro dolor reprimido al sentir como le cierran la puerta del armario pillándole la... moral.
Le caen algunas lágrimas por la cara...

La Reina habla con el Rey. Éste se lanza sobre ella como un tigre sobre su presa. Ella le para los pies y le pide un poco de paciencia. Tan larga ha sido la espera que poco importa aguardar algo más.

Por la rendija de la puerta del armario el caballero contempla el espectáculo:

Matilda se tumba sobre la cama mientras el rey la observa, rebufa, respira con fuerza, como un toro a punto de embestir.
Ella se quita la lencería poco a poco... rozando su tersa piel lentamente... para desesperación de él que se la arrancaría con las manos desnudas.
Y cuando la reina ya se ha quitado sus pequeñas bragitas de encaje perfumadas las lanza al aire con el objetivo de que caigan sobre el rey.
Pero las bragas caen justo al lado y se quedan... ¡¿suspendidas en el aire?!

El Rey ni se da cuenta. No aguanta un segundo más y se lanza sobre la cama.

La reina frunce el ceño al ver como las bragitas se agitan en el aire y luego caen hacia atrás como si alguien las dejara caer. No puede pensar mucho en ello: el rey ya la está besando, abrazando, acariciando y... mordiendo.

JcMasMas mira a la reina y se da cuenta de la situación:
¡la reina podría haberle descubierto al caerle las bragitas justo en la cara!
¡Es invisible pero no incorpóreo!

No puede salir, ya lo ha intentado. El rey tiene la llave. A saber donde la ha dejado. Y si la encuentra seguramente los dos se darían cuenta cuando se abriera la puerta que se supone está echada desde dentro.

Así que busca un lugar donde esconderse hasta que pase todo: ¡Al armario!

¡NO! ¡Mala idea!

Mientras, Matilda y Úlin no dejan de gritar, balbucear, gemir... sentir, gozar.

-¡Oh! ¡Mi Rey! ¡Lléname con tu gran cetro real! ¡AsiiIÍ! ¡Aaaaah!

-Mi Reina... ¡aaaooooaaaahhh!... ¡te deseooo!

La cama está ligeramente separada. A cada embestida la cabecera golpea sin piedad la pared produciendo un sonoro BOM-BOM que resuena por toda la habitación marcando un ritmo casi militar.

-Dame maaaásss... mi Rey... maaaásss... mas ráaapidooooh... mas fuerteee...

-¡¡Tomaaad...!!

-¡¡OH... SÍ!!

-Aquí viene la carga de la caballeríaaaa mi Reinaaaa...

-Ohhh... asíiii... aasiií...

-Aaaaahhh...

-No es sufff.... ficienteeee... aaaaaaaaaghhh nece... sita... reis... mas... ¡AAAGH!

-No piensooo per... deeer... esta guerraaaaaa... mi reinaaaaaaaa...

Los nervios al ver la escena pueden con el aprendiz de mago que decide meterse bajo la inmensa cama a toda prisa escondiéndose entre las sábanas que hay bajo ella. Cuando lo piensa un momento se da cuenta del sitio tan absurdo que ha elegido para esconderse con todo lo que está pasando "sobre ella". La cama se agita como si hubiera un terremoto en pleno auge. JcMasMas cierra los ojos y se encoge. ¡Como el rey se entere lo decapitan seguro!

-Preparaos... mi reinaaa... para la artilleríaaaaa...

-La pólvoraaaa... ohhh ¡¡¡Síiii!!!... que gran... invento...

-Estoy... cargando el cañónnnn... mi reinaaaa...

-Oooooh síiiii un enorme cañoooonnnn... muy durooooo... puro hierrooooo...

-Mi reinaaaa... el cañooon... está listoooo... para... dispa...raa AAAAAARGHH...

-Disparad... vuestro... cañón... mi... rey...

-Preparaoooossss... ¡aaaaaaaaaaaaaah!

-...aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhggg... aaaAAAAaaaasAaAaAaaAAAaaaaAh...

-¡¡¡Fue-gooOOOoooOOOOOOOooooooooOOOOOOOo!!!

-¡¡¡Podeis... cantar... vICTORIAAAAAAAAAAa... mi señoooor...!!!

Los movimientos de la cama se hacen mas suaves. JcMasMas se calma un poco y abre los ojos. Descubre entre sábanas que a su lado: ¡HAY OTRO HOMBRE BAJO LA CAMA TOTALMENTE DESNUDO!

El aprendiz no puede evitar soltar un grito de terror que se une y disimula con los gemidos de sus majestades. El otro hombre, que ya de por sí está totalmente acobardado temiendo por su vida al tener al rey justo a menos de un metro de él, se lleva un susto de muerte con el grito que recibe a su lado. Reacciona instintívamente tratando de levantarse golpeándose la cabeza contra la parte baja de la cama en un sonoro BUM y de rebote con el suelo. Otro BUM.

KO.

El Rey apenas se agita ya dentro de la reina.
Extasiado, sudoroso y cansado, la abraza.

-¿Qué ha sido... ese golpe...?

-Oh mi Rey... casi tirais la pared con la cabecera de la cama a golpes y ni os dabais cuenta entonces...
Descansad... ha sido una batalla muy larga...

-Oh... sin duda la batalla ha merecido la espera...

Al poco... se queda dormido... entre los cálidos pechos de la reina...

(Zzzzz Zzzzz Zzzzz)

JcMasMas sale con la cara blanca de debajo de la cama. No puede evitar contemplar a la reina desnuda y sentir un segundo, tercer o cuarto ataque cardíaco. Ya ha perdido la cuenta. Todo el cuerpo de la reina está empapado de sudor...

¡Si lo hubiera sabido habría puesto mas empeño en aprender antes el conjuro de invisibilidad!

La puerta del armario se abre lentamente y un joven Harkonnen sale de ella totalmente desnudo...

La Reina lo recorre con la mirada de arriba a abajo... y sonríe...

JcMasMas... aprovecha el momento para colarse en el armario.

El caballero cubre el cuerpo del rey con una gran colcha y abraza a la reina...





Editado 3 vez/veces. Última edición el 21/03/2006 09:28 por jcdenton.
Re: Historia Colaborativa del Ciudadelas I. Relato.
29-March-2006 01:05
Taberna principal de Turín
[Noche del viernes]

La exuberante tabernera se acerca al par de borrachos sentados en la mesa de la taberna que mas jarras acumula. Uno de los clientes se entretiene formando una pirámide con pequeños vasos de vidrio.

La hermosa Tabernera está ya cansada, quedan pocos clientes y quiere irse a dormir cuanto antes:
-¡Iros ya a vuestra casa holgazanes! ¿Es que no teneis suficiente con vaciarme la bodega?

Xals levanta la cabeza con esfuerzo de entre las jarras.

-Este sitio... mas seguro... testigos... arfm... necesito otra copa...

Munitis sopla suavemente sobre una jarra llena de cerveza formando ondulaciones como pequeñas olas y responde con añoranza:

-Mi hogar está en el mar... son las olas agitadas por el viento... y mi barco está retenido en el puerto...

Xals levanta una ceja al oir sus palabras: -¿Pero sabes... nadar, no?
Tu nadas y tiras de mí... o nos subimos en una cosa... de esas... alargadas...
-Una barca.
-Sí... esa cosa...

Pinipon retira algunas jarras. Cuando va a recoger algunos de los vasos de la pirámide de Xals éste la mira molesto.

-¡Eh! ¡no-no-no! Aún tengo que terminarla... pero me faltan ladrillos de... esos... de cristal...
-¿Quieres otra ronda de chupitos?
-Sí... una ronda entera para mí... y otra para mi amigo Munitis... el de los barcos... y otra para el tío ese de la espada que nos mira...

Pinipon se gira y descubre al Recaudador a su lado observando la escena.

Ozzy: -Capitán Munitis... ¡Viejo amigo! ¡Cuánto tiempo!

Munitis vuelve a soplar sobre la copa hasta que reconoce el semblante del espadachín.
Xals balbucea un hola que suena mas a "glglgl-olaglagla". Irupta y se ríe.
Munitis lo mira y suelta una sonora carcajada.

Ozzy se quita su sombrero de ala ancha y maldice para sus adentros.

-Me dijeron que querías verme pero no he tenido tiempo hasta ahora.
No debí retrasarme tanto... ¡Estais borrachos como cubas! Estos marineros no saben beber en tierra...

-Yo no soy marinero... yo soy mercanero... mercadero... mercador... lo que sea...- responde Xals.

-¿Quién es éste?-Ozzy señalando a Xals.

Munitis sigue en su mundo: imagina olas gigantes, vientos de poniente, el sol de frente y las voces de su tripulación corriendo y él gritando "¡arriad las velas!".

Ozzy se desespera al no recibir respuesta y se dirige a Pinipon que refleja su cara en la brillante bandeja:

-En fin. Perdonad, hermosa damisela, el comportamiento de estos amigos míos.

Pinipon lo mira sorprendida y se sube el gran escote:

-¿Mande? ¿Cómo dice?

-Os ruego buena señora que traigais sales y algo de comer que llene el estómago de estos borrachuzos.

-Lo que usted diga señor.

-Gracias.

-Uhmm, Munitis... ¿Por dónde empezar? ¿Qué es lo que querías contarme?... ¿Munitis?... ¿Estás aquí?

Se escuchan murmullos entre los pocos clientes que aún quedan en la taberna. La mayoría se levanta y sale mientras mira curioso al caballero Ozzy. Conversan entre ellos y se dirigen hacia la única entrada con cara de preocupación. Ozzy los mira y se pone en guardia ojo avizor. En un visto y no visto se han ido todos los borrachos: esto se pone feo se dice a sí mismo.

Entran dos hombres y una mujer bastante mugrientos, claramente armados y con cara de pocos amigos. Se fijan en Ozzy nada mas cruzar el umbral y se separan poco a poco. Uno de los hombres mide mas de dos metros y es bastante corpulento. La mujer destaca por llevar un parche negro.

Ozzy no tarda en desenvainar y ponerse en guardia.

-¡Pardiez!.

Los tres extraños se miran entre ellos y se ríen: es una presa fácil.

Xals se mete bajo la mesa en cuanto distingue la brillante hoja de una daga salir de su funda.

-¿Quién os envía?

No hay respuesta. Los tres se van acercando cerrando el cerco sobre el gran espadachín.

Ozzy prepara el terreno pateando algunas mesas y sillas y se fija en los detalles del escenario.
Es demasiado peligroso luchar contra tres enemigos a la vez en un lugar abierto.

-¿Cuánto os pagan por mi cabeza?

Uno de los dos hombres mugrientos, grande como una mala bestia, se ríe mostrando varios dientes podridos y una lengua sucia. Ozzy casi puede sentir su mal aliento a metros de distancia.

-Munitis, dirían que vienen a por mí pero por si acaso... meteos bajo la mesa con Xals. Necesitaré mucho espacio.

El otro hombre, en contraste con el gigante, es delgado y de piel muy quemada por el sol o el exceso de mugre. Se lanza sobre Ozzy el primero (craso error) y éste lo despacha de una estocada que resuena al golpear algo parecido a un gran cuchillo, quizás un machete. Solo le ha inflingido una herida superficial pero le hace retroceder. Ozzy tiene mucha experiencia en estos duelos: al unísono se le lanzan la mujer y el gigantón.

Ozzy salta sobre una mesa, da una voltereta (que distrae al novato en la lucha) y cae sobre otra mesa con mejor posición. Da un par de estocadas, desvía el estoque de la mujer que le gruñe enfurecida y repele al gigante con un golpe sordo sobre su hombro: ¡el bastardo parece que ni se ha enterado!

Salta a otra mesa, usa una silla como escalón y corre por entre varios bancos hasta llegar a la chimenea. La pelea se ha convertido en una carrera en la que el recaudador es la liebre. ¡Estúpidos!

Ozzy cambia el arma de mano a su amada zurda y agarra un tizón. Con un giro de cadera sorprende al gigante que pensaba que lo tenía de espaldas y lo golpea en plena cara dejándolo medio tarumba. Le tira a la mujer el tizón, se agacha y agarra un poco de ceniza apagada del cajón y se lo lanza también.

-Arggggg... ¡Maldito bastardo!

-¡Tres contra uno no es un duelo justo! Lo siento mi lady...

La mujer se arranca el parche mostrando un ojo de cristal. Ozzy ve su reflejo en el ojo falso. Por un momento siente miedo de sí mismo al verse reflejado.

-¿Quieres que te deje el otro como ese? ¡Estarás mas guapa, sin duda!

Se mueve como si fuera a clavarle la espada en el vientre pero en el último momento se agacha, agarra con la derecha una silla y la lanza sobre el grandullón que se va recuperando del "tizonazo". El gigante agarra la silla en el aire y la destroza contra el suelo. Ozzy suspira un momento imaginándose esa misma silla impactándole en la cabeza... *glups* Pero es una distracción instantánea. Al poco se encuentra repeliendo ataques de dos lados distintos mientras el canijo trata de buscar un hueco.

-¡Pardiez... otra vez!

Los golpes son tan rápidos que cuesta distinguir de donde vienen y a donde van. Ozzy responde a todos y aún le da tiempo a atacar unas cuantas veces. Calcula que el gigante es peligroso porque ya le ha dado cinco pulladas entre brazos, piernas y estómago y apenas se ha enterado: ¡es como un toro! ¡un minotauro con cuerpo de hombre y cabeza de... ¿hombre?... PERO COMO UN TORO! Mas bien eS un humanoide bastante ¡¿simiesco?!

No... solo es un niño travieso que ha comido demasiados bollos... y se ha hecho hombre.

La mujer se desenvuelve bien pero al canijo lo podría despachar en medio segundo. Espera hasta que se acerque mientras les hace creer al gigante y a la mujer que lo está pasando muy mal. Pone cara de terror y cuando el canijo está a golpe de estocada golpea a la mujer a un lado y otro de la cara haciéndole sendos cortos en las orejas que la dejan fuera de combate durante varios segundos. Esquiva, para un ataque, contraataca, finta y un segundo después cercena la nariz del grandullón.
¡Eso si que duele! ¡Mi "Edith" está bien afilada!.

Aprovecha el momento para apartarse y lanzarse sobre el tercer oponente que se acerca orgulloso PARA acosar al espadachín ¡JAJAJA! En cuanto el mugriento ve venir a Ozzy se da cuenta de su error pero es ya demasiado tarde... *Splinc* ¡Zasssh!
Ozzy saca el arma de entre las costillas del mas mugriento entre los mugrientos y corre hacia un lado para hacer sitio y enfrentarse al gigante y a la mujer.

El hombretón entra en cólera. Ozzy decide cabrearlo un poco.

-¿Era tu amante? Ah... no... ¿te has enfadado porque te he hecho una nueva nariz...?

El gigante sangra a borbotones, decide soltar su arma y agarrar una mesa. La levanta sobre su cabeza.

-Oh... oh...

Ozzy se preocupa por segunda vez: parece que el grandullón está usando el poco cerebro que tiene.

La mesa vuela por el aire y le golpea con una pata en la pierna. Ozzy se gira y rueda por la mesa llegando hasta aquella en la que Munitis y Xals se esconden. La mesa se agita y llueven como gotas de agua sobre la cara de Ozzy toda una pirámide de vasos de cristal. *clan* *clan* *clan*

Xals no puede evitar gritar: -¡NooooOOOOooohhh!-

Ozzy: -Rápido ¡A la cocina!- Y a continuación le vacía una jarra de cerveza llena a Munitis en la cara que parece despertarlo de golpe.

Ozzy: -¡Capitán, yo os cubro! ¡Vamos! ¡Espabilad!

Munitis va despertando mientas sillas y mesas vuelan e impactan muy cerca como si fueran meteoritos. Vuelan astillas por todos lados. De Pinipon no se vé ni la sombra. Ozzy sonríe al pensar en lo peligrosa que sería esa mujer cabreada al ver como destrozan su posada: acabaría con el grandullón a base de darle con el mazo de amasar pan.

Aprovechan un momento en el que el gigante se queda sin mesas cerca. Ozzy salta sobre una y se encarama sobre una de las cadenas que sujetan la lámpara de la posada. La lámpara está repleta de velas que titilan al agitarse ésta. Muchas se apagan dejando un aspecto siniestro al salón medio destrozado.

Ozzy se pone en pie sobre la lámpara, recorre unos pasos sobre la cadena como si fuera un experto circense sobre la cuerda floja y se lanza sobre la mujer que se protege con el gigantón. Éste lanza la silla que tenía entre las manos con tan mala fortuna que impacta en la mujer más que en Ozzy.

En cuanto se acerca demasiado a la mujer escucha ruidos en la cocina: vajilla cerámica que se rompe, gritos y golpes.

El gigante lo vuelve a sorprender pero ésta vez no por su inteligencia sino por desenvainar un gigantesco espadón casi tan grande que el propio Ozzy. Lento como una maza enorme... pero con el alcance de media pica. Maese Ozzy retrocede sorprendido mientras detiene (y frecuentemente devuelve) ataques de la mujer.

El gigante da un barrido con su arma mortal. Ozzy lo esquiva agachándose pero empieza a verse apurado luchando contra la mujer mientras se preocupa de esa mole enfurecida.

-¡Ya es hora de acabar con vuestra ventaja numérica!.

Y retrocede con prudencia pero luchando con uñas y dientes. Se encamina de espaldas hacia la puerta de la cocina mientras se preocupa de la mujer y esquiva al gigante: ¡no puedo parar ese espadón con mi acero!. Se mueve constantemente. Llega hasta el quicio de la puerta y sonríe al clavarse el espadón en la madera. ¡Ja! Puyazo a la mujer en el hombro que está ya muy mal. Media vuelta, en un vistazo rápido se queda con la situación de la cocina: varios muebles enormes llenos de cubertería y platos de barro, fogones al fondo a la derecha y barriles enormes y pequeños a la izquierda. Una puerta al fondo entreabierta. Los pies de Xals desapareciendo por ella al ser arrastrado por Munitis.

Giro completo de Ozzy. El gigante ya ha entrado medio empujando a la mujer: es interesante, no tienen el mas mínimo aprecio entre ellos.

Ozzy corre entre entre los muebles y examina los botes de vidrio y cerámica.
No puede evitar que le entre hambre...

El gigante ataja empujando un mueble lleno de platos. Éste cae casi aplastando a Ozzy, provocándole una contusión en el hombro. ¡Arg! ¡Me vengaré maldito animal!.

Sale de debajo del mueble a toda prisa antes de que la mujer se lanza sobre él. La daga de ella se clava en un gran queso redondo. Ozzy huele el queso, le cercena el cuello a la mujer y maldice para sus adentros al manchar la comida de sangre. ¡Puag! Podría haber cortado un buen trozo e ir comiéndoselo mientras lucha contra el grandullón.
Se olvida del queso y examina los botes. El grandullón da manotazos y tira de todo, por suerte los muebles son grandes y no acierta ni una. Se acerca y trata de clavar su espadón en el recaudador. Éste coge en último momento una botella y esquiva furtivamente la "pica de mano".

-¡Prepárate! ¡voy a cocinarte un plato mientras acabo contigo!. ¡Pardiez!

El gigante gruñe y responde con un sorprendente acento alemán:

-Pagarás lo que me has hecho. Voy a triturarte como a un pez.

-Comencemos. ¡Hop! -Ozzy esquiva un espadazo brutal que rompe tantos platos como solo un regimiento entero podría en minutos.- ¡Hop! Eres muuuuy lento. Y bastante torpe, por cierto. ¡Hup!. Bien... como iba diciendo antes de que me interrumpieras...

El gigante carga una y otra vez, lanza manotazos, trata de agarrar vasos y platos y lanzarlos. Ozzy parece despreocupado, como un adulto jugando con un bebé en sus brazos. Su único temor es que se el caiga de las manos. Como la botella que aún sujeta.

-Empecemos por el condimento. Primero...

¡¡¡CRASSS!!!

Se acerca lo suficiente como para rompele la botella en la cara.

-El vino... -se mueve a un lado-... para darle un... -esquiva hacia el otro lado-... buen sabor... a la carne...

El gigante grita y se lleva la mano a los ojos.

Ozzy coge un gran espetón de asar carne y se lo clava en el vientre medio metro.

-Y ahora... clavamos bien la carne.

Lo empuja por toda la cocina con gran dificultad y le va echando de todo lo que pilla en la cara: pimienta, sal, le mete una manzana entre los dientes cuando el gigante grita de dolor...

-Adornamos bien el cerdo y lo lanzamos sobre el fogón hasta que se haga bien...

Pero no llega hasta el fondo de la sala. El gigante cede y cae al suelo. Se escucha un sonoro PUMM al caer la bestia humana y un CRANNNnnnNNNN al caer la espada. El "alemán" muere...

Ozzy lo deja en el suelo. Resopla. Está bastante cansado.

Sale por la puerta y para su sorpresa, dos hombres tan mugrientos y de rostros despiadados como los anteriores le esperan tras el callejón. Uno de ellos tiene una ballesta pequeña que dispara en cuanto le reconoce. El virote se le clava en el hombro derecho. Por suerte es zurdo de nacimiento así que vuelve a cambiar de mano su arma.

Ahora se ve obligado a darse una buena carrera hasta los dos hombres para no darle tiempo a cargar la miniballesta (o por si el otro tiene una igual). Comienza una lucha al principio rápida pero luego mas calmada. Ozzy lleva el ritmo y analiza a sus dos contrincantes. El de la ballesta es como uno de sus alumnos, el otro es mas aventajado pero nota errores en su defensa y ataques sin mucha dote: no conoce todas las respuestas así que normalmente lo deja desprevenido al contraatacar.

Cuando decide acabar ya con el de la ballesta descubre para su pesar que el virote entró mas profundo de lo que esperaba. La sangre le llega a la cintura, la herida es grave. ¡Pardiez!.

Una estocada mas rápida y diestra, propia solo de un gran maestro de la esgrima, acaba con el de la ballesta y lo deja muerto antes de que su cuerpo caiga al suelo. El otro no parece sorprenderse.
Un hombre que no se inmuta lo mas mínimo en una situación como esa ya habrá visto morir de forma tan inesperada y similar a otros. Sin duda es un asesino experto.
Cuando deja de fijarse en sus movimientos de muñeca, su arma y los giros y fintas que hace y lanza la vista a su rostro se queda totalmente pálido: -¡el asesino era uno de sus alumnos mas brillantes hace ¿cinco o... quizás siete años?!

-Es hora de que el maestro ceda su pedestal...

-¡Tú! ¡¿Cómo has... podido?!

-¡Me pagarán muy bien por tu cabeza! Al fin podré sacar un buen partido de todo lo que me enseñaste.

Ozzy se queda enmudecido. Trata de mantener el nivel y descubre el engaño de su alumno prodigio: éste acelera el ritmo con facilidad y responde mejor a sus contraataques. Sin duda falseaba un pésimo estilo.

-¿Creí que ibas a ingresar en el ejército?

-¿Y morir en algún país abandonado de la mano de Dios o a mano de los piratas? ¡No! ¡Yo valgo mucho más!

Ozzy nota como la tortilla que representa este duelo se vuelve poco a poco. Gira lentamente en el aire. Y cae sobre la sartén. Descubre que está quemada y ennegrecida, curtida en la esgrima como solo la guerra ha podido curtir a un hombre, cuando la creía tierna y joven. Éste hombre no es un duelista cualquiera.

-¡Eh! Ese movimiento te lo enseñé yo.

-Sí. Y ¡éste!

Una estocada casi destroza la cara de Maese Ozzy, por suerte la esquiva y no llega a rozarle. Pero descubre a un adversario que conoce la mayoría de sus secretos y trucos, hasta los mas ocultos detalles en selectas maniobras. El dolor en el hombro y el cansancio se le hacen una carga difícil de llevar. Tiene que buscar alguna ventaja táctica. ¡Eso es algo que su aprendiz nunca entendió!

El maestro retrocede ante su alumno prodigio y corre hacia una ventana baja. Salta sobre ella y ágilmente se encarama a otra ventana cercana que está abierta.

-¡Jamás pensé que vería huir a mi maestro! ¡Mucho menos de mí!

El bastardo ríe como un pirata borracho. El orgullo le ha hecho ser peor esgrimista. Puede que lo aprendido en técnicas se equilibre con sus otros errores.

-¡Ven aquí! ¿No puedes? ¿Tienes miedo a las alturas? Oh... vaya... ahora lo recuerdo... como aquella vez que no querías luchar sobre el tejado de la iglesia...

-¡Maldito Ozzy! ¡Ahora verás!

Cuando empieza a subir Ozzy contraataca para luego meterse por la ventana y recorrer la habitación de un vistazo: muebles que pueden lanzarse, una lámpara que lanzar colocada sobre una mesita de caoba, que puede ser un estorbo, una cama blanda y amplia y una pareja desnuda haciendo el... amor... ¿¡QUÉ?! ¿¡PERO DÓNDE ME HE METIDO!?

Apenas tiene tiempo para pensar en ello cuando ya estaba entrando por la ventana su adversario. Ozzy no se lo pensó dos veces y tiró del mueble, después se acercó a la mesita y le lanzó a la cabeza el quinqué. Luego saltó sobre la cama.

-¡Perdonen! ¡Cuidado! ¡Lo siento!- Grita mirando a los dos aterrados cónyugues.

Había ganado ventaja: la elasticidad de la cama y la distracción que supone para su aprendiz luchar viendo a una mujer desnuda y asustada (se nota en su mirada que disfruta del terror en los ojos de una mujer) podrían ser muy ventajosas. Ozzy comenzó a atacar saltando de la cama a su lado. No cejó probando cualquier maniobra que aprendiera después de la instrucción de su aprendiz.
Trataba de recordar los puntos débiles del asesino hasta que dió con una maniobra que jamás le salía bien: una con un giro doble de muñeca, giro con finta y triplete en cruz de santiago.

El asesino vió pasar su vida en tan solo dos segundos. Se vió a sí mismo de niño sobre las tejas de la iglesia y a su joven maestro pidiéndole que tratara de aprender el complicado movimiento: "algún día te salvará la vida". "¡No me sale maestro!", "¡Esfuérzate! ¡vamos!".
Ozzy lo ensartó casi hasta la empuñadura para arrojarlo por la ventana.

Antes de caer aún gimoteaba el pobre:

-No puedo maestro... no puedo aprender la maniobra...

No pudo evitar que lo invadiera la tristeza al ver el cadáver en la calle.
Su mejor alumno. Su mayor promesa. Su sueño... roto.

Se escuchan unos aplausos en el callejón

-¡Bravo! ¡Bravo!

Ozzy salta a toda prisa por la ventana para sorprender y se coloca en posición de ataque.

Se encuentra frente a frente con un hombre totalmente vestido de negro, de largas ropas elegantes pero equívocamente sencillas. Tiene una barba perfectamente afeitada en forma de perilla. Lleva un antifaz como máscara y luce una larga melena al viento que casi le llega a la cintura.

-¿Otra sabandija más? ¿Pagan a todos los mendigos de Turín para darme caza?
¿Uhmmm? Tú no eres un mendigo... Tú debes ser quien está detrás de las cartas amenazantes...

El enmascarado se extraña por la acusación. Luego le sonríe y le lanza varias estocadas maestras que Ozzy no esperaba con tanta velocidad que por un momento Ozzy se siente como si ensayara frente a un espejo. Pero consigue desviarlas aunque se le queda la misma cara de sorpresa que se le quedaba de niño cuando su maestro le sorprendía con una hábil maniobra y le cortaba el cinturón o le quitaba el sombrero.

-Enmascarado, sin duda habeis estudiado la técnica del Maestro Fabrizio Ferri Benedetti... muy pocos hemos tenido acceso a tal conocimiento...

El asesino vuelve a sonreir y realiza otros sendos ataques variando la técnica y el estilo. Ozzy queda sorprendido por el oponente pero a la par responde con agilidad felina a cada estocada con la contramaniobra correspondiente. Tras varios pasios adelante y atrás milimétricamente calculados el asesino se ve obligado a perder mas terreno de la cuenta y Ozzy es ahora el que sorprende a su oponente.

-Sois sin duda muy bueno, maldito asesino, pero no os reconozco. Este es sin duda nuestro primer duelo.

-¿Acaso la fama no me precede
en esta ciudad...
y allá adonde fuere?
Aunque acabo de llegar...

-No os reconozco, mucho menos con ese antifaz.
Uhmmm... ¿Quién eres?

-La pregunta correcta es ¿Quién *diablos* eres?
Soy... aquel que os derrotará al fin
y se llevará el honor
de vencer al mejor espadachín
que jamás hubiera visto
la hermosa ciudad de.. Turín
Por supuesto...
exceptuándome a mí.
En fin.
Os quitaré el puesto.

-¿Pero qué diablos...?
¿Hablais en rima?

-Es una pequeña manía
que vengo cargando
desde hace ya muchos años
¡Es por culpa del teatro!
Que a edades muy tempranas
provoca grandes estragos
en una mente malsana.

-Diablo o ángel de los cielos,
actor o espectador
rendíos u os abatiré.

-Dejadme que lo piense...
¿abatirme?
ja-ja-ja-ja-ja
lo siento...
no he podido evitar reirme.
Y no os miento
si os digo que sereis vos
el que sienta mi acero.
Mucho antes que yo...
el vuestro.

-Un duelo de honor a muerte, pues.
Solo tú y yo, sin trampas ni juego sucio.

El asesino asiente y desenvaina su hoja brillante y plateada como la luna.

Ozzy es el primero en atacar, se lanza como un tigre sobre una liebre.
Durante largos minutos se suceden tal cantidad de estocadas y esquivas que por un momento los dos contendientes se olvidan de quien es cada uno. Solo hay dos hojas que se entrechocan hablando un extraño lenguaje. Y solo los dos espadachines pueden entender esa lengua. Se analizan desde todos los ángulos posibles. Si uno no sabe un truco o maniobra se inventa magistralmente una respuesta a la altura. Y siguen.

Los aceros no dejan de entrechocarse. Las muñecas giran. Un extraño baile se sucede.
La muerte observa ansiosa...

Ozzy sabe que tiene poco tiempo: ha perdido bastante sangre y está cansado de varios combates muy recientes así que da el todo por el todo y no deja de atacar una y otra vez, de entre todos los modos posibles con la esperanza de encontrar un mísero fallo en la defensa del enmascarado. En uno de esos momentos en los que termina una larga serie de maniobras y descansa un poco la muñeca retrocediendo unos pasos para preparar otra táctica Ozzy siente un débil impacto en el hombro izquierdo pero el enmascarado ni le ha rozado ¿?.

Ceja en el ataque por un momento y gira sus pies en posición de defensa para protegerse.

El enmascarado nota el cambio en la estrategia y arquea una ceja contrariado.
Sus ojos muestran una mezcla de decepción y confusión.
Algo ha cambiado...

Aprovecha el momento para asestarle un estocada en la pierna. Sin duda Ozzy ha cometido un gran error cambiando radicalmente en su estrategia del ataque mas atroz a defender cediendo terreno. Y ahora lo pagará caro.

Ozzy recapacita unos segundos, tiempo de sobra para que el débil impacto sentido en el hombro se convierta en una clara punzada de dolor solo comparable con la herida reciente en la pierna.
Siente como si le clavaran una aguja caliente en el hombro y poco a poco el dolor se extendiera por la espalda y el brazo. Se olvida de la herida en la pierna al momento.

-¿Traición...?-escapa de la comisura de los labios de Ozzy.

-¿Qué decís recaudador?
En mis acciones no hay traición ni deshonor
Quizás... ambición.
Este es un duelo a muerte
y vos lo habeis aceptado sin pudor
Sed noble y valiente.

-¡Maldito...

-Mentís como un bendito
Pareceis sorprendido y sincero
Es algo inaudito...
Casi os daría la razón
y me llamaría traicionero
pero os recuerdo
que luchamos a muerte
pactada a duelo.

-...bellaco...!

Ozzy baja los brazos y el enmascarado se detiene.

-Oh, vamos, ¡atacad!
Mostrad resolución.
Tened por seguro
que no habrá piedad
ni rendición
aunque me insultéis
o pidais clemencia.
¿Qué quereis demostrar?
¿Que sois mejor que yo?
¿Que no os debo matar?

-No...

El dolor se hace muy intenso. Deja caer el arma como si un latigazo se la arrancara y le cortara los dedos de la mano.
Por un momento tiene la sensación de ser un pobre muerto de hambre enterrado en la nieve: se siente débil y tembloroso como si el frío se le calara hasta los huesos.

-No pensé que tan fácilmente se rendiría
un hombre como vos.
Pero os dais cuenta ya, imagino
que poca esperanza os quedaría
contra mi gran pericia
en el arte de la esgrima.
No teneis escapatoria,
vuestra muerte está cerca.
No habrá moratoria
ni llantos, ni pena
solo la gloria
de morir
sin pedir clemencia...

Ozzy trata de pronunciar algunas palabras como réplica pero el intenso dolor se ha extendido completamente por el cuello y garganta.
Lo único que puede hacer es mirar a su mortal enemigo y caer de rodillas ante él.
Sus últimos pensamientos son hacia su amada...

El asesino enmascarado disfruta del momento.
Sonríe, esconde su espada tras la espalda, seguro de sí mismo y de su victoria y se acerca a Ozzy para verle muy de cerca la cara y mirarle fíjamente a los ojos:

-Antes de la última estocada
recuerda mi nombre,
caballero
para decírselo a Lucifer
cuando al estar frente a él
éste te pregunte
quien fue...
el que te envió al infierno
...Kynes... es mi nombre.
Tened un buen viaje
recordad a vuestra amada
y aguardad en el mas allá...
mi futura llegada
pues quien sabe si mas pronto
o mas tarde
otro duelo nos aguarda.

Kynes se aparta un par de pasos y limpia la espada. La prepara para la estocada final.
Al mirar al abatido se sorprende:

-¿Estás llorando
Maese Ozzy?
¿Acaso lamentas la pena
de morir en un duelo
o es el amor que abandonas
por el que lloras..
sin consuelo?

-Ella...

-No me interesa.
Deja de gimotear
y acepta el final.
La muerte aguarda a su presa...

Kynes gira levemente el codo hacia atrás y alza la hoja. Y justo cuando va a extender su brazo para clavar el acero en el corazón de Ozzy siente un impacto en el pecho. Se detiene súbitamente. Da un par de pasos dudosos hacia atrás y contempla perplejo el dardo que tiene clavado entre las costillas. Ozzy trata de escupir alguna palabra:

-Trataba...

-¿Qué? ¿Un dardo...
y envenenado?

-...de decírtelo. También a mí...

Ozzy cae al suelo, totalmente rendido,
con el brazo encogido
y el resto del cuerpo inerte
por el dolor inflingido.

Una voz procedente de una figura encapuchada oculta entre las sombras del oscuro callejón
sorprende al ejecutor
cortando en seco la conversación:

-¡El trato no era que lo mataras!.
¡Solo quería que lo marcaras
y dejaras tullido de por vida!

Kynes replicó en seguida:

-¿Acaso no es la muerte
la mayor herida
que jamás se olvida?
Yo solo me bato a muerte:
ese es mi sino.
Dejar a la suerte
mi destino.
Matar o morir.
No dejo tullidos,
no dejo viudas con despojos...
...que no quisieran seguir vivos
para morir poco a poco
desangrados de honor y...
vengativos.
A mi paso...
no dejo enemigos
salvo familiares y amigos
del honroso fallecido
que si por honor fuera
respetarían el duelo
o al menos si son prudentes
no me harían perder el tiempo
con mas duelos a muerte.

El asesino, lejos de sentirse orgullosamente arrogante,
parecía mas bien intrigado
y extrañamente distante
como esperando el momento
de acercarse y tomar parte.

-Pero ya contaba con ello.
Así que me has servido para abatirle.

-Bien pensado.
Así te será fácil tullirle.
Lo tienes a tu merced,
yo te he hecho el trabajo sucio.
Solo me has utilizado
¿Acaso contra él
tienes miedo a un duelo justo?

-No...

-Creo que desde aquí...
me llega un olor a... orina...
Mirad vuestro pantalón...
¿Qué es esa mancha amarilla?
Adivinarla podría...

-Valoro mas la inteligencia
que el honor.

-La prudencia
y el temor
querreis decir.
Temor a una espada inteligente
y honorable.
Sin ninguna duda...
¡¡¡Sois solo un sucio cobarde!!!.

-Quizás...
Pero aún estoy vivo.
¿Qué me decís?
¿Aceptais el pago si lo dejais malherido?

-Si seguís esta estúpida cháchara
porque esperais que de un momento a otro me desmaye...
vais de perdido al río
o como por aquí dicen...
¡vais de calle...!

-¡¿Cómo es que no caes al suelo?!
¡El veneno ya debería haberte afectado!

-Si es el mismo veneno
que a él le has inyectado...
tengo una mala noticia que daros.
Por suerte estoy inmunizado
contra ...infinidad... de sustancias...
desde el veneno de la amapola negra
hasta el de dedalera,
contra el de alguna rara acacia,
y serpientes varias,
y hasta algún que otro molusco y pez venenoso.
He probado tantos venenos
y a tantos mi cuerpo ha resistido
que este simple pinchazo
si os soy sincero...
...ni lo he sentido.
En realidad,
ha sido mas bien un agradable cosquilleo...
¿Teneis la receta aquí?
Sería bueno contra el mareo.

-Pero estais cansado y posiblemente herido por el recaudador.

-Quizás...

El asesino desenvaina una hermosa espada enjoyada y echa hacia atrás su capa.
-Sereis presa fácil.
¡En guardia!
Pagareis vuestra osadía

-Ya era hora
Creí que se haría de día
y aún estaría esperando
por vuestra infantil cobardía
¡A muerte!

El encapuchado gira la cabeza, se vuelve de nuevo contra Kynes y ríe a carcajadas:

-¡Iluso! ¡La guardia se acerca!
¡Te acusarán de asesinar al recaudador!
No podreis huir a tiempo. ¡Yo en cambio conozco esta ciudad como la palma de mi mano!.

Y echa a correr a toda prisa.
En un parpadeo
Kynes lo pierde de vista.
Gira la cabeza
y a lo lejos escucha pasos.
Se acerca al recaudador,
que ya se recupera
y le dice entre susurros:

-Nuestro duelo tendrá que esperar
pero ni por un momento penséis
que os daré cuartel o clemencia.
Tan solo unos días tenéis
que aguardaré con impaciencia
a que de la herida os recuperéis.

Y echa a correr calle abajo.

Algunos soldados se cruzan en su camino
pero son abatidos a estocadas
certeras y entrenadas...
Tres cuerpos quedan en el suelo,
como dianas,
inertes,
cubiertos de marcas de sangre,
como si no fueran estocadas, sino dardos afilados
tan precisos y mortales
que se los hubieran encontrado en plena calle
y nada pudiera pararlos.

A unos pasos tras ellos,
un enmascarado Kynes
limpia su acero
y contempla en las alturas como le sonríe
la luna
y la fortuna...

Sus pasos le llevan a calles plagadas de casas ruinosas,
alejado ya del lugar donde se enfrentaran en duelo
y cuando se siente al fin seguro
el enmascarado se despide en susurros:

-Adiós Maese Ozzy...
Volveremos a vernos...
¡¿Pero qué diablos rima con Ozzy?!
Volveremos a vernos...
En duelo a muerte...
Oh... sí...
¡¡¡A MUERTE!!!





Editado 2 vez/veces. Última edición el 19/05/2006 22:00 por jcdenton.
Re: Historia Colaborativa del Ciudadelas I. Relato.
24-April-2006 02:28
Callejones de Turín, detrás de la Taberna
[Poco antes del amanecer del sábado]

Se acerca a los pies del cadáver y lo roza con la bota como si tratara de asegurarse de que está bien muerto. La estocada fue mortal. Piensa en el espadachín que ha acabado con la vida de uno de los hombres de su tripulación y no puede evitar parpadear y cerrar el puño con rabia: ese bastardo...

El desconocido sonríe impresionado al ver otro cadáver cerca, el del joven aprendiz del recaudador. Aprendiz pero experto espadachín en el que confiaba para acabar con Ozzy.

No puede evitar pensar en voz alta:

-Serás muy bueno con el acero, recaudador, pero pronto te veré colgado del palo Mayor o huyendo de los tiburones después de saltar por la plancha de mi Tridente.
¿...Pero qué diablos...?

Instintívamente se lleva la mano derecha a una de las dagas que tiene guardada en el cinto al ser consciente de repente del gran peligro que corre: ¡ese maldito bastardo puede haber sobrevivido!. ¡Y estará esperándole tras cualquier esquina para matarle!.

Se pone rígido y camina hasta la esquina mas próxima. Echa un largo vistazo.
No hay moros en la costa. Ni sicilianos, que son peores aún. Tampoco hay rastro del alemán aunque eso poco le importa. Ese gigante impertinente no tenía buenos hombros para arrimar en su tripulación ya que comía como tres hombres, se quejaba por cinco y trabajaba por dos. Lo hubiera dejado en tierra o lanzado por la borda cortado, por supuesto, en finas lonchas para atraer a los tiburones. Se le hace la boca. No por el alemán, claro. La sopa de aleta de tiburón es exquisita.

Aún fluye algo de sangre de las heridas del aprendiz. El marino se mece la barba y medita unos minutos.

Huele el olor a hombre muerto.
El hedor le trae viejos recuerdos de playas desiertas en mares en calma.

«Sol cegándote a poco que levantas la vista.
Cocoteros cargados hasta rebosar.
Enormes pilas de piedras arrastradas marcando el lugar.
Un gran refugio de madera y planchas de cobre enterrado en la arena.
Decenas de cajas llenas de piezas de plata.
Y el cadáver de uno de tus hombres, muerto de la forma mas agonizante e inimaginablemente sádica, protegiéndo el tesoro para recordar al resto de tu tripulación que no se ande con juegos si quieren traicionarte: éste bucanero no perdona cuando se habla de lingotes o piezas de plata.
Una botella de ron vertida sobre la tumba y un buen trago.»

La mano izquierda le tiembla, necesita algo de alcohol para saciar la sed.

Una figura enmascarada atraviesa el callejón cercano a toda prisa interrumpiendo sus pensamientos.

El pirata saca dos dagas con la misma mano y prepara una para lanzarla. En cuanto éste le da la espalda se dispone a acuchillarlo pero el ruido de pasos metálicos que vienen hacia él hace que se lo piense dos veces.

¡Tres soldados de la guardia bajan por la calle!
Cuando se cruzan con el hombre de negro son abatidos tan rápidamente que el capitán no puede creer lo que ven sus ojos. Bueno, su ojo.

Se levanta el parche para verlo bien con los dos ojos: los tres hombres son fiambre en un visto y no visto. Y el enmascarado no se molesta ni en registrarlos o en comprobar que no se volverán a levantar.
Gira en la siguiente esquina y se pierde de vista.

No es ese Ozzy disfrazado. No asesinaría a los soldados de su ciudad.

-¡Será mejor que vuelva al barco!. Aquí no pinto nada.

Al girarse encuentra de frente a quien menos esperaba y a menos de un palmo de distancia. Era una sombra hace tan solo un segundo. El asesino, que le observa fíjamente, clavando sus ojos en el ojo del marino.

El capitán, que nada le intimida, ya sea hombre o demonio de los infiernos, reacciona rápido:

-¿Y ese hombre? El recuadador... ¿No ha muerto?

El asesino tarda en responder. Parece que paladea una respuesta que encaje milimétricamente con sus planes y luego se la escupe al pirata como si ya no tuviera valor alguno porque va a dársela:

-No. Ese enmascarado sin nombre se ha aliado con él, le protegía. Llegaron mas guardias.

-Ya he visto que es bueno. Serán dos huesos duros de roer. Pero no hay pez tan grande que un tiburón no pueda despedazar.

-¿Podrá partir tu barco con cinco hombres menos en la tripulación?

-Sin problemas. En realidad solo he perdido a dos hombres. Tanto el alemán, como la mujer y el mendigo los contraté aquí y no era mi intención que llegaran a ser miembros de hecho de mi tripulación. Siempre estoy preparado para estos imprevistos.

-Basta de cháchara inútil. No hay tiempo. ¿Puedes partir? Perfecto. Prepárate porque se adelantarán los planes.

Y antes de poder darle una réplica, el asesino desapareció como si fuera niebla. Se desvaneció ante sus ojos como ya hiciera la última vez que hablaron.

¡¡¡Brujería!!!

-¡Odio la brujería! ¡Da mala suerte a un marino!

Pero no había nadie que escuchara sus quejas así que aceptando una pequeña derrota y el cambio en el acuerdo firmado con sangre se dirigió a paso rápido hacia el puerto.

Allí le esperaba su navío, "El Tridente de Neptuno". Un magnífico barco de gran eslora, ligero como una pluma al viento, rápido como la mas temida tormenta del caribe y mortal... como solo El Tridente de Neptuno puede ser.

Nada mas pisar la pasarela se sintió como en casa. Sus piernas cobraron vigor y dejó de temblarle la mano izquierda como si un gran trago de ron cayera por su garganta.

Saludó al negraco que vigilaba la cubierta y dejó entrever el látigo que colgaba al cinto para recordar a la tripulación que se cruzara en su camino quien acababa de subir al gran madero. No es que lo usara habitualmente, pero siempre lo tenía bien visible y a mano.

Bajó las escaleras, siguió por el pasillo y abrió la puerta de su camarote, el mas lujoso, amplio y cómodo de todos. Una de las mayores ventajas de ser capitán, además de las dos partes del botín que tenía pactada con sus hombres. Y los tres votos que contaban religiósamente.

Era un hombre afortunado que se había forjado un destino y un nombre como pocos habían hecho: El mejor navío de los siete mares, una tripulación eficaz, disciplinada y tan despiadada como su capitán cuando se trata de robar y asesinar.

Y, maniatada, una hermosa mujer esperándole en su camarote. ¿Qué más puede pedir?

Lesarath se agitó al ver al capitán y trató de gritar pero la venda no le permitía mas que gemir. A pesar del dolor que le producían las ataduras trataba de alcanzar con sus manos el cuello del capitán.

Éste se puso ante ella sonriente.

-Buenos días mujer. Es un placer volver a verte. Espero que te hayan dado bien de comer y te hayan tratado con respeto. Por favor, no alces la voz, nadie te oirá como puedes suponer pero me molestan los gritos.

El capitán le soltó la mordaza.

La mujer lo miraba con cólera y rabia. Era como una gata salvaje atrapada en un cepo dispuesta a arrancar de cuajo el cuello del atrevido cazador que se acercara a acariciarla.

-¡Sucio bastardo hijo de mil padres! ¡Tus apestosas ratas, esas que llamas hombres pero solo son comadrejas vomitivas y purulentas...!

-Te han tratado todo lo bien que han podido. Lo sé porque eso mismo les ordené y si alguno desobedeciera mis órdenes directas lo castigaría severamente. Así que nadie te ha tocado hasta ahora y te han dado de comer fruta y gachas dulces, que no están nada mal como alimento en un barco.

-Tú... y ese sucio traidor...

-Podría estar aquí y ahora escuchándonos. Yo que tú no hablaría mal de él. Es muy susceptible...

-Oh... cuanto lamentaría ofender el honor de ese... pedazo de hez que en vez de hablar vomita, esa cobarde babosa que se arrastra como una culebra, venenosa y vil.

-susceptible... e invisible... cuando no quiere ser visto.

-¿Le tienes miedo?

-No. Pero no he llegado a ser capitán de un barco así como así. Uno tiene que tener ojos en la nunca y ser astuto como un zorro. Piensa Lesarath. ¿Porqué estás aquí?

-Me odiáis porque predije vuestra muerte en el tarot. Creéis que eso se puede cambiar matándome o sacrificándome a algún demonio.

-No. No es por eso. Sé que manipulábais las cartas. Un buen pirata tiene mucho de tahur. Sabe hacer trampas y sabe también cuando se las hacen. Marcábais las cartas con un anillo acabado en un diminuto punzón. Vuestros suaves dedos notaban al tacto las marcas y así podíais colocarlas.

-¿Y si os equivocárais?

-Por dios, niña, infravaloráis a un hombre que ha cruzado los siete mares y se ha emborrachado en cada taberna habida y por haber de aquí a La Habana.
¡Ninguna baraja del tarot tiene tres cartas que representan a La Muerte!.
Además, os quité la baraja y la examiné. Ví las marcas.

Lesarath sonríe. Luego tuerce el gesto.

-Entonces me queréis para yacer conmigo hasta quedar extasiado. Queréis placer.

-No lo negaría pero ÉSA (señalando el sensual escote de la mujer) no es la razón por la que estáis aquí secuestrada.

-¿Entonces?

-Cierto hombre se arrojaría a los tiburones por tí y tiene amigos que harían lo que fuera por él. Cuento con ello.

-¡Whispy!

Talban sonríe.

-Ya iba siendo hora.

-¡Serás... ! ¡Poséeme y déjadlo a él en paz! ¡No le digáis que estoy aquí!

-Lo sabrá, a su debido tiempo. Y ahora, silencio, he de estudiar las cartas de navegación. Muy pronto partiremos...

-Y correrá la sangre por la hoja del asesino...

El Capitán Talban recoge un astrolabio y un compás de la gran mesa sobre la que tiene desplegados grandes y viejos mapas de costas y mares.

La mujer le escupe a los pies. Aunque es guerrera y valiente sabe que sería un gran error que pagaría MUY caro si le escupiera en la cara. El pirata mira sus botas de cuero negro y mira a la mujer. En sus ojos se vislumbran un rayo de compasión casi indistinguible.

-No soy tan perverso como supones, mujer.

-¿?

-Veréis, en realidad, os estoy salvando la vida.
Toda la isla está condenada.

-¡¿QUÉ?!

-Y también la de vuestro amado pero con suerte, y si todo sigue según lo planeado, estará a salvo a bordo de la Iberian, persiguiéndonos sin descanso.
No os puedo asegurar que no acabe muerto por nuestras filas de cañones o abordado porque... como comprenderéis... ¡soy un pirata! y uno con una gran reputación que mantener y grandes arcas que llenar. Pero a vos os dejaré en Francia, en un pequeño pueblo de la costa. Me aseguraré de que seáis acogida en la casa de una familia de comerciantes que no os hará pasar hambre ni apuro. El padre de dicha familia fue contramaestre mío. Su hijo... lo era hasta hoy mismo. Murió a manos de su mentor.
Os cuento ésto porque seréis vos quien tendrá que informar a su familia, y por favor, hacédlo con toda la delicadeza que se merecen.
Tendréis que guardar el secreto de su orígen bucanero a cambio de una vida acomodada.

Lesarath se quedó sin habla.

Talban se acerca a la puerta con la intención de subir a cubierta.

-¿Tenéis idea de la mala suerte que me traéis?
Habéis pronosticado mi muerte en el tarot.
Sois una mujer a bordo de un barco.
¡Y además sois bruja!
Menos mal que no creo en la mala suerte.

Al subir, discute con el nuevo contramaestre, recién nombrado:

-Prepara El Tridente de Neptuno. ¡Partiremos pronto!.
Quiero que lo dejéis listo para zarpar y para el abordaje.
Que los hombres limpien lo cañones y repongan las balas y las provisiones.
¡Y nada de pisar la cantina!.

-Pero señor. ¿No dijo que al menos estaríamos en tierra una semana?

-Pero los planes han sufrido... ligeros cambios.

-¿Qué ocurrirá con la prohibición de partir dada por La Condotiero?

-Cuando quiera apresarnos ya estaremos en alta mar antes de que se de cuenta.
¡En un parpadeo! No habrá barco capaz de alcanzarnos que no sea abatido con una buena andanada.

-De acuerdo señor.

-Anda, tráeme una botella de ron.
Una garganta no puede dar órdenes si no ha probado el ron en varios días.





Editado 2 vez/veces. Última edición el 24/04/2006 02:49 por jcdenton.
Re: Relato del Ciudadelas I
05-May-2006 19:30
En la habitación del Recaudador en Palacio
[mediodía del sábado]

Ozzy y la Reina hablan a solas.

-Mi reina, es menester que me oculte durante algunos días.
Todos deben creer que estoy muerto o luchando entre la vida y la muerte aunque en realidad solo tengo algunas leves heridas de las que ya me voy recuperando.

La Reina Matilda lo mira sorprendida, es la primera vez que ve herido a su mejor espadachín.

-¿Dónde estaréis oculto?

-Aún no lo sé pero ya encontraré la casa de algún amigo que me sirva de guarida.

-De acuerdo. Para el resto del mundo estaréis en vuestra habitación con órdenes directas del Rey de no ser molestado por hallaros gravemente malherido y necesitado de reposo absoluto. Dejaré a dos guardias de mi entera confianza vigilando la puerta de vuestra habitación. Os libro de vuestras funciones y deberes no más de una semana. Recordad que quedan cinco días para que se cumplan las amenazas del asesino.

Ozzy asiente. La reina se marcha dejando cerrada la habitación. El caballero espera a un criado de la reina que entra envuelto en amplios ropajes de siervo. Los dos soldados que lo acompañan se quedan en la puerta vigilantes.

Ozzy se viste con las ropas del hombre e intercambia su puesto con él dejándolo en cama y envuelto en aparatosas vendas para acabar saliendo de la habitación disfrazado.
Harkonnen, junto a la puerta, firme y atento a cualquier cosa que pase, descubre el engaño al notar cierta cojera en el siervo que entrara hace escasos minutos. Pero lo deja marchar intrigado... ¿qué estará planeando ese Recaudador? Mira a ender que parece no haberse dado cuenta y se pregunta cuando diablos caerá la noche para poder cambiar la guardia.

Ozzy, al caer la noche, marcha hacia la casa de la gobernadora sin dudarlo. Cojea ligeramente por la herida pero el dolor del hombro por el dardo envenenado y las otras heridas varias ya han desaparecido en su mayor parte.

Por el camino recuerda su primer encuentro con asesino y cierta conversación con Héctor. ¿Se había enfrentado con el viejo y retirado condotiero aquella vez? ¿Sería ese el asesino que lo esperó al amanecer en la casa de la gobernadora y el que está detrás de todo?

«Sea como fuere ese asunto deberá esperar. Antes debe verse las caras con Kynes. ¿Cómo encontrarlo? ¿Me encontrará él a mí antes? ¿Saldré victorioso? ¿O habré encontrado la horma de mi zapato? ¡No puedo dejarme vencer con tantas vidas en juego! Tengo que pensar algo...»

No dejó de hacer planes hasta que llegó a la puerta de la mansión de su amada. Llamó con el pasamanos, se encendió una luz de un viejo quinqué en una de las ventanas de la segunda planta y lo recibió una joven y atractiva mujer acompañada de la ama de llaves.
En cuanto Edith lo reconoció casi lo tiró al suelo al lanzarse sobre él en un abrazo asfixiante y desesperado.
Ozzy contuvo el dolor de las heridas y la abrazó no con tanta fuerza para no hacerle daño.

-¡Cariño! ¡No estoy muy repuesto aún! Tened cuidado con mis viejos huesos.

Ya en la casa, recibido con sorpresa y alegría desbordada, Edith le obliga a guardar cama durante el resto de la noche y al día siguiente mientras le aplica varios ungüentos y cataplasmas.

A los dos días, Ozzy se encuentra muy recuperado y decidido a practicar durante todo el tiempo que pueda hasta la extenuación en el gran patio de la mansión tratando de recordar las maniobras y técnicas que utilizara su rival aquella noche.

Re: Relato del Ciudadelas I
07-May-2006 00:11
En la Ciudadela Interior (calles del Palacio)
[Noche del martes]

La espesa niebla inunda los aledaños de la Abadía de Turín. No hay un alma en las calles, al menos en la zona alta donde se ubica la Abadía, centro de poder del implacable Abad Rafa. Nadie en su sano juicio saldría a pasear en la gélida noche. Nadie en sus sano juicio salvo las almas violentas de los asesinos y ladrones. Y la Ley en Turín. Seis figuras embozadas en gruesas capas surgen de la niebla en dirección al imponente y sagrado edificio.
Pilas de ladrillos y pequeñas montañas de arena rodean las grandes puertas del viejo edificio en construcción. Tras franquear la portezuela encastrada en una de las hojas, la condotiera Héctor retira la capucha que cubre su cabeza. A pesar de la protección, la niebla ha empapado su hermoso cabello negro.

-Padre Catán, ha obrado correctamente al informarme de los acontecimientos ocurridos en este lugar la pasada noche -dice la condotiera.

-Siempre al servicio de la Reina y de la Ley de Turín -masculla el padre Catán con voz temblorosa. Aún recuerda las amenazas recibidas en este mismo lugar por parte del misterioso personaje-. Espero que mi ayuda aclare parte del misterio que inquieta a la ciudad.

-Eso esperamos también nosotros -afirma el capitán Harkonnen, que acompaña a la condotiera Hector y al padre Catán junto a tres guardias de confianza.

El padre Catán se arrodilla en las polvorientas losas y se persigna farfullando algo en latín. Una mirada severa hace que tanto la condotiera como los guardias se arrodillen rápidamente imitando su gesto con cierta torpeza. Con una breve sonrisa satisfecha, se levanta lentamente y continua su conversación con la condotiera.

-El misterioso personaje surgió de la nada y desapareció sin dejar rastro en la sacristía -dice el padre-. Solo dejó como prueba de que no había sido una pesadilla la bolsa que os mostré.
-Habéis sido muy valiente acudiendo a mí, padre. Implicar a algunos de los más prominentes ciudadanos de nuestra villa en el asesinato fue un error que esperamos solventar pronto, un gran error. La Reina será convenientemente informada de vuestra actuación. Pero, vayamos al grano; si como decís la única forma de entrar en la abadía es la puerta de entrada, y aseguráis que no salió por ahí, debe haber otra salida.
-Eso es imposible, mi señora. He revisado con el señor Achiles los planos una y otra vez, no hay más salida que la puerta principal y no pudo salir por ella.
-No siempre los planos muestran la realidad de los edificios, todo es posible en una construcción como ésta. A espaldas del arquitecto un maestro de obras bien pagado puede construir muchas cosas...

Mientras habla, la condotiero se pasea entre las columnas acariciando suavemente la piedra. Harkonnen permanece en silencio a cierta distancia, pero pronto entiende las intenciones de Héctor y se dirige hacia el ábside escrutando con ojos astutos la piedra... Un crujido rompe el silencio.

-¡Mi señora! -dice el capitán- ¡Por aquí!

Ante la mirada asombrada del Padre, el altar se ha desplazado medio metro dejando ver una escalera.

-Pero... es imposible! -balbucea el padre Catán
-Ya le dije que nada es imposible, padre -dice la condotiera, comenzando a dictar órdenes a sus subordinados-. Tú permanecerás de guardia en la entrada ¡Vosotros, encended las antorchas y seguidnos! Detrás de usted, capitán.

Harkonnen coloca su mano sobre la empuñadura de su espada; el padre Catan agarra con fuerza el crucifijo de madera que prende de su cuello; la condotiero respira hondo y acaricia suavemente el cuchillo que lleva escondido junto a su pecho. Todos se adentran en el oscuro pasadizo.

Re: Relato del Ciudadelas I
13-May-2006 21:36
Los cinco personajes avanzan en silencio por el estrecho pasadizo mientras un fuerte olor a humedad les hace respirar con cierta dificultad. La luz de las antorchas dibuja sombras siniestras en las paredes de piedra talladas con extraños signos y motivos paganos. Héctor tropieza con uno de los escalones pero es graciosamente sujetada por el capitán.
- Gracias -susurra la condotiero enrojeciendose levemente con el contacto de la áspera mano del capitán, mientras agradece la oscuridad que impide que se note ese rubor.
El padre Catán avanza despacio susurrando oraciones. Su única arma es el crucifijo que agarra fuertemente es su mano y la Fé que representa.

Tras una larga bajada llegan por fin a terreno nivelado. Han llegado abajo y el olor a humedad se ha atenuado por la presencia de otro olor más fuerte y nauseabundo. 'Huele a muerte' -piensa para sí Harkonnen sin atreverse a decirlo en voz alta. Ahora se encuentran en una especie de distribuidor amplio al que dan tres pasadizos. Harkonnen detiene con un gesto a la comitiva y se adentra un poco en uno de ellos. La oscuridad reina y el silencio es absoluto. Héctor toma de manos del guardia una de las antorchas y alumbra el pasadizo central, que parece descender en una suave pendiente. Aparta la antorcha y cree percibir un suave resplandor. Vuelve sobre sus pasos en busca de Harkonnen.

- Capitán -susurra la condotiero-. Creo que este es el camino indicado, he visto una luz.
- A sus órdenes señora -asiente el capitán Harkonen-. Soldado Casper, usted permanecerá aquí de guardia. No dude en dar la voz de alarma si ve o escucha algo sospechoso. Sargento Berberecho, acompáñenos.

Con paso firme se adentran en el pasillo. A medida que avanzan, el resplandor se hace más evidente y el olor más fuerte.
La condotiera ha sacado un pañuelo de uno de sus bolsillos y ha cubierto con él su nariz y su boca. El padre Catán utiliza la ancha manga de su hábito. Harkonnen y el sargento Berberecho se muestran impasibles.

- Estas mazmorras debieron construirse mucho tiempo atrás -comenta el padre Catan-. Puede que incluso sean anteriores a la construcción de la actual abadía.

- Creo que su origen es romano -comenta la condotiero-. Por los grabados que he visto creo que se construyeron en los últimos coletazos del imperio.

La iluminación ha crecido de tal forma que hace innecesaria la antorcha aunque sigue sin escuchase nada. Por fin, tras una corta caminata, llegan a una amplia estancia iluminada por multitud de candiles de aceite. La imagen es sobrecogedora.

- Ahí tenemos la respuesta al insoportable olor -dice la condotiera mientras observa el dantesco espectáculo. Decenas de trozos de carne en descomposición yacen esparcidos por toda la estancia. Brazos y piernas amputados, torsos cercenados, restos de pelo colgando de grandes trozos de cuero cabelludo, orejas, narices... todo un espectáculo digno del más profundo círculo del infierno. El padre catan no puede reprimir las arcadas y vomita apoyado en el quicio de la puerta.

- Esto es obra del mismísimo diablo -dice Harkonnen mientras examina el lugar. Miles de libros descansan en las altas estanterías que rodean la estancia. El centro lo ocupa una gran mesa de madera con diverso instrumentos de tortura, hachas y sierras. No existen más salidas que la puerta que acaban de atravesar. Un gran espejo preside la pared central, ocupando el único hueco donde no hay estanterías. Frente a él, en el suelo, una cabeza sin cuerpo le mira desde sus cuencas vacías. Tiene una marca vertical de cuchillo en la frente. Reconoce al instante a quien pertenece. Es la cabeza del desaparecido diplomático Jcdenton. La condotiero hector se aproxima hasta situarse junto al capitán.

- Al menos ya sabemos quien no es el asesino -dice Hector con cierta ironía-. Y pensar que muchos ilustres de nuestra ciudad le acusaron de ser el responsable de los tristes acontecimientos que nos han acontecido.
- No podemos dejar al... a la cabeza del diplomático tirada en el suelo -dice el padre Catán-. Debemos darle cristiana sepultura.
- Sargento, recoja la cabeza del diplomático y métala en una bolsa -ordena Harkonnen.

El sargento Berberecho se aproxima a espejo a recoger la cabeza, cuando de repente siente una leve brisa.

- Capitán, creo que detrás de este espejo hay un hueco oculto. He notado una brisa.

El capitán Harkonnen se aproxima al espejo y situa su mejilla junto a los bordes. Escruta toda la longitud del cristal, pero no percibe nada.

- ¿Está seguro sargento? -pregunta el capitán-. No percibo ninguna brisa.
- Sí, señor -responde el sargento-. Estoy seguro de haberla notado.
- Este asunto tiene fácil solución -dice la condotiero Hector mientras recoge una hacha de los alto de la mesa-. Apártense del espejo. Padre, sitúese en un lugar protegido y protéjase los ojos.

El espejo estalla formando una lluvia de cristales rotos cuando el hacha lanzada por la condotiero impacta contra él. Varios trozos de gran tamaño quedan esparcidos por el suelo. Un pared totalmente lisa aparece en lugar en el que se situaba el espejo. No hay indicios de ninguna abertura o pasadizo.

La condotiero hector se aproxima a la pared y la recorre con sus dedos.
- Parece que la brisa solo existe en su imaginación, sargento -dice la condotiero en tono de broma.
- Con todo el respeto señora -replica el sargento-. Estoy totalmente seguro de haber notado la brisa.
- ¡Sargento! -grita el capitán Harkonnen-. Muestre respeto a la condotiera.
- No capitán, el sargento tiene razón -dice la condotiera-. Yo acabo de notar esa misteriosa brisa, pero no viene de la pared donde estaba el espejo. Deberíamos localizar su origen.

Todos inician la búsqueda de la corriente de aire. La condotiera recorre la habitación buscando algúna pista acerca de su posible procedencia. Examina las estanterías repletas de libros, la mayoría sobre magia y alquimia. Los cristales crujen bajo sus pies mientras camina por la estancia. Un gran trozo ha quedado en el suelo, y se para un momento para observarse en él. Mira su largo pelo negro y el uniforme rojo de Condotiero Real. Su elección por parte de la reina Matilda fue una sorpresa para todos, incluida ella. Observa el oscuro techo a través del trozo de espejo. está demasiado alejado de la luz de los candiles como para verlo con claridad. Estar formado de vigas de madera que cruzan la estancia. Aburrida de mirar los reflejos, continua camino por estancia en dirección a la mesa. Un momento. Vuelve al espejo y se fija en la zona oscura del techo situada en el fondo de la habitación. Parece tener una oscuridad diferente. Una densidad distinta. Concentra su visión en la zona y ve algo parecido a un rostro que la observa. No, es un rostro que la observa.

- ¡Atención, arriba! -grita la condotiera mientras desenvaina su daga.

Una forma surge de la oscuridad del techo y cae sobre una de la estanterías. El impacto hace que ésta pierda la posición de equilibrio y caiga con todo su peso contra el suelo, aplastando al sargento Berberecho que no puede hacer nada por evitar su muerte. El capitan Harkonnen corre presto hacia el intruso, pero éste desaparece misteriosamente en el aire.
- ¡¿Donde ha ido?! -dice Harkonnen mientras mira desesperadamente todos los rincones de la estancia.
- No puede haberse esfumado en el aire -dice la condotiero-. Padre Catan, usted estaba en puerta, ¿le ha visto salir?
- No, condotiero. Nadie ha atravesado esta puerta.

Un alarido lleno de angustia llega desde el pasillo. Todos corren hacia el origen del grito y encuentran al soldado Casper en el suelo. Le han degollado.
- ¡Ha salido por aquí¡ -grita el capitán.
- Eso es imposible -masculla el padre Catan-. Nadie ha pasado por la puerta. Ningún alma de Dios al menos.

Los tres supervivientes se dirigen pasadizo arriba tras el asesino. Tras atravesar la entrada a las mazmorras oculta bajo el altar se encaminan hacia la puerta a toda velocidad. Tras atravesarla, encuentran al soldado que dejaron de guardia en el suelo, muerto también a manos del asesino. Su sangre recorre los adoquines calle abajo.
- Que Dios nos ampare -suplica el padre Catan-. Nos enfrentamos al mismísimo diablo.
- Preferiría enfrentarme a él -dice Harkonnen.
La niebla no se ha levantado. La noche de Turín esconde al asesino más despiadado que jamás se haya conocido.





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Re: Relato del Ciudadelas I
13-May-2006 21:37
Sala privada de la Biblioteca de Palacio
[Mañana del domingo]

Templaria extrae de entre sus ropas su viejo cuaderno en el que anota todo lo sucedido en palacio que pudiera tener relación con los asesinatos. Entre anotaciones de horas de entradas y salidas de nobles y sirvientes se pueden encontrar viejas fórmulas y conclusiones alquimistas solo comprensibles por ella misma relativas a detalles de la escena del crímen: hierro y polvo de mármol en la tierra del jardín bajo la ventana de la sala de mapas, sedimentos de sustancias varias en las entrañas del diplomático jcdenton como tetradonotoxina (componente del veneno del rarísimo pez globo) y otras sustancias extrañas no habituales en la comida.
Dió un último repaso al manuscrito buscando alguna pista sin muchas esperanzas.

Bita entra en la biblioteca algo acalorada y se sienta junto a Templaria. Ambas se miran esperando que alguna de las dos hable. Bita se decide primero:

-He hablado con Héctor. Le he comentado nuestra hipótesis sobre como sucedieron los hechos.

-¿Qué te ha dicho?

-Que podría ser. De momento tiene a unos cuantos hombres en el palacio buscando a conciencia puertas secretas. La mayoría vigilan habitaciones y pasillos que se suponían seguros.

-La situación es peliaguda. Ya sabemos algo más del asesino.

-Pero no termino de atar algunos cabos sueltos.
Recuerdo que jcdenton parecía mareado la noche de su muerte pero apenas bebió un par de copas de vino en la cena. ¿Acaso bebió a escondidas? ¿O qué?

Templaria leyó de nuevo las fórmulas escritas en la página del libro que tenía abierta.

-Creo que he descubierto algo. Sospecho que a Jcdenton lo drogaron con una poción de sugestión.
Esa poción tiene un sabor fuerte parecido al vino y debe ser ingerida.
Tiene un efecto no muy rápido pero duradero.

-¿Cómo funciona exactamente? ¿Te la tomas y te vuelves sugestionable?

-Exacto. Minutos después la poción toma efecto y durante unas horas obedeces órdenes directas.

-Lo que yo haría con un frasquito de esos...

Templaria sonríe con picardía. Pero recobra la compostura tan seria y formal que la caracteriza.
Bita intenta recordar.

-Uhmmm... él solo comía y bebía en el comedor principal, con toda la corte de palacio presente. Cuando nó, estaba acompañado por la guardia asignada a su protección.
Puede que alguien de palacio que se sentara cerca de él durante la cena vertiera parte de la poción en su copa de vino con disimulo.

Templaria casi da un respingo:

-¡El asesino podría ser un miembro del servicio! ¡Podría envenenar a cualquiera de nosotros!.

-Imposible. Los he interrogado a todos, especialmente al camarero encargado de servir el vino que está ya en prisión. Si pasara algo en una situación así serían las primeras cabezas en caer. Nadie se expone a un asesinato si sabe que va a ser el primer sospechoso.
El asesino tratará de inculpar a alguien para evitar sospechas. Si es listo tratará de inculpar a su mayor enemigo. E incluso aparentar ser una posible víctima.

-¿Achiles? ¿La gobernadora?. Y tú. ¿Y el Abad?.

-Rafa de seguro se habrá ganado muchos enemigos.

-Y puede que Munitis sea también un peligro para sus planes. O trata de vengarse por algo ocurrido en el pasado.





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Re: Relato del Ciudadelas I
13-May-2006 21:38
En el patio de la mansión de la gobernadora
[a media tarde del domingo]

Ozzy lanza una estocada tras otra al aire imaginándose a sí mismo en un duelo.
Comprueba la posición y la distancia así como cualquier pequeño detalle que se le pueda escapar. Sabe que debe pulir su estilo como si se convirtiera en un simple alumno en un entrenamiento rutinario para no cometer ningún fallo casual o algún leve error indistinguible para el ojo no entrenado.

El sol se alza sobre el horizonte creando sombras en la otra mitad del patio, repleto de cuerdas de tender y de ropa ya seca.

Kynes, oculto sobre el muro, deja pasar un buen rato largo fijándose en las estocadas y en la posición defensiva del maestro de esgrima. En pocos minutos tendrá que romper esa defensa como sea si quiere tener alguna posibilidad de ganar el duelo.
Cuando se cansa de ver los mismos movimientos una y mil veces decide bajar de un salto del muro y caminar silencioso como un gato hacia Ozzy que está demasiado concentrado como para no darse cuenta de la aparición del enmascarado hasta que éste se detiene a escasos veinte pasos frente a él y se aclara la garganta.
El hombre de negro le sonríe inclinándose en un gesto de cortesía.

-Mi señor Embaucador
¿o era Recaudador?

-No esperaba veros a plena luz del día,
Enmascarado.

-Noto en vuestros ojos cierta alegría
¿Es por verme? Os imaginaba preocupado.

-No os esperaba tan pronto.
Supuse que sería de noche nuestra cita.
Pero... ¿porqué esperar tanto para mataros?

-Antes de nada
quisiera saludaros.
Espero con mi visita
no haberos importunado.

Kynes, sonriente, hace una reverencia que por cortesía Ozzy responde.
El recaudador decide seguirle el juego al enmascarado.

-No sois ninguna molestia...
¿A qué se debe vuestra visita?

Ozzy se va preparando para el duelo con ligeros movimientos de brazos y cuello como si calentara sus músculos. Y contesta con una sonrisa mayor que la de su oponente. Alza la hoja y echa un vistazo rápido a todo lo que le rodea para acabar fijando la mirada en su contrincante.
Kynes desenvaina una bella hoja plateada de finos grabados sin dejar de sonreír.

-Pues veréis.
Pasaba por aquí...
por pura casualidad...
y al ver la casa de vuestra amada
quise ver que tal andaba
mi querido recaudador.
No lo pude evitar.
Impaciente me pregunté
si hace días ya que luchamos
¿Porqué no me paso a ver
si estáis ya recuperado?

-Podíais haber llamado a la puerta.

-Veréis, es que temía
que tomarais la siesta,
y con el ruido os despertara.
No quería ser molestia.

Kynes mira el patio curioso y se fija en la gran cantidad de ropa que hay tendida: casi toda es lencería fina de la gobernadora. Se fija especialmente en unas braguitas negras con un encaje de volantes muy estrecho y a la par sugerente. Ozzy mira también las braguitas y frunce el ceño.

-¿Qué os ocurre?
¿Nunca habéis visto ropa tendida? ¿O son paños menores de mujer los que nunca han contemplado vuestros ojos?

-Oh... no, no.
Muchos... contemplados con los ojos
y bastantes... apreciados con el tacto.
Si os soy sincero.
Braguitas y sujetadores infinidad.
De todos los tamaños, colores y estilos.
Pero os juro que jamás he visto
en tal abrumadora cantidad
tantos como aquí hay... tendidos.
En especial me fascina ese de lino...
y de seda aquel rojo.
¡No me miréis así!
Reservad vuestro enojo.
Le quedarán divinas a la gobernadora
aquellas braguitas de encaje.
¡Que imagen tan seductora...!
Aunque si os sois sincero
estaría *cautivadora*
sin nada sobre su cuerpo
Sobretodo estando sola,
tendida sobre la cama...
esperandome en mi alcoba.

Kynes sonríe.

Ozzy se siente *muy* molesto.

Kynes suelta una carcajada de repente.

-¿De qué os reís? ¿Os divierte enfurecerme? Peor para vos -responde Ozzy malhumorado.

-¿No os parece curioso
un lugar como éste
para enfrentarnos los dos
en fatal duelo a muerte?
Me resulta gracioso.
Disculpadme si os ofende

-Poco importa el sitio.
El lugar es lo de menos.
Cualquiera lugar es oportuno.
¿Nunca habéis luchado en un patio?

-Sin duda podría presumiros
de haber tenido infinidad de duelos
en sitios muy dispares.
He luchado en castillos,
varias veces en mercados
en al menos tres ciudades,
en mansiones y en establos,
contra nobles en palacios
y otras veces en barco
cruzando los siete mares.
En cuevas y playas,
y en el viejo patio
de la catedral de Santiago.
Y en una atalaya dorada:
en la torre de la Giralda.
Y en la plaza del Vaticano
o en el borde mismo
de un gran acantilado
a punto de caer al abismo
que fuera inmenso mar helado.
¡Incluso en un volcán apagado!
En taberna y en alcoba
y en el salón de una boda
Uhmmm...
Dejadme pensar...
en algún lugar más...
¡Ah, sí! Lo olvidaba:
Y en una casa de empeño
mientras me atendía el dueño
ya que entonces me encontraba
sin daga alguna ni espada
defendiéndome torpemente
con un tizón de hojalata
que se me partió de repente.
Suerte que en el bolsillo tenía
algunas monedas de plata.
¡Qué gran suerte la mía!
Bendita calderilla
que uno siempre guarda
en el bolsillo olvidada
y me dio para una tizona.

Pero cuando peor lo pasé
fue en el salón de una boda:
el petimetre del novio
negase el bastardo a aceptar
que le robara a la novia.
Y después de enfrentarme
a toda entera su familia
no recuerdo como acabé
que estaba ya en plena calle
y cuando creí que al fin
con todos había acabado
apareció me su hermano
encontrándome entonces
en tan estrecha calleja
que desenvainar no pude.

-¿Y como ganásteis el duelo?
¿De una buena colleja? -risas
¿Con un traidora daga?

-No. De una fuerte patada
en sus partes... bien dada.

-¿?

-Es broma.
Al ver como había acabado
con toda entera su familia
tanto miedo me tenía
aquel pobrecito diablo
que el cobarde salió huyendo.
Pero yo le seguí raudo
y ya en la plaza... ni os cuento.

-¿Raptar a una novia en su boda?
¡Seréis rastrero! O como mínimo descortés.

-¡Disiento!
Mas bien fue al revés
Yo solo recuperé
a la que entonces era mi amor
y que el novio me robó
raptándola a media noche.
¿Qué culpa tengo yo
de tener un novia
en cada puerto?
¡Pero a todas las amo!
¡Que me lleve el diablo si miento!

-Uhmmm...
Mencionásteis La Giralda y Santiago.
¿Acaso sois español?

-Español. Mas no de pura cepa.
Que corre sangre albión por mis venas
de ahí mi pose altanera
y el ser un caballero
que a todas embruja y encela
mas aún por inglés
que por español no lo fuera.
Pero el orgullo me llena
por ser España mi tierra.
Grande, de conquistadores
Y por otros detalles...
que conocen bien las damas.
¡Que todas saben la fama
de un español en la cama!.

Ozzy suelta una gran carcajada mientras Kynes sonríe.

-Ni se os ocurra acercaros a mi Edith.
¡En guardia!

Y en un parpadeo inapreciable, dio comienzo el duelo entre maestros.





Editado 2 vez/veces. Última edición el 14/05/2006 13:53 por jcdenton.
Re: Relato del Ciudadelas I
13-May-2006 21:38
Una habitación de la taberna de Turín
[Antes de la medianoche del domingo]

-¿Contando tu sucio dinero, apestoso chantajista? ¿O revisando pagarés sin cobrar?

Xals alza la vista de entre los documentos y siente un vuelco en el corazón al ver a un hombre vestido con una larga capa negra observándole apoyado sobre la puerta.
Hace medio minuto no estaba allí.

Los ojos del extraño son gélidos como pedruscos de hielo. Y no dejan de mirarle.

Xals tartamudea una respuesta pero el desconocido visitante no espera a que termine para insultarle con otra acusación:

-¿No estaréis falsificando algo? Si el Recaudador se enterara de vuestros negocios acabaríais con los huesos en la cárcel.

-¡T-tú! ¡Eres el...!

-¿Asesino que te envió la carta?

Una risa resuena por toda la habitación. Por unos segundos el hombre deja de mirarle pero cuando vuelve a fijarse en él introduce la mano entre sus ropas oscuras y saca lentamente una tosca daga manchada de sangre.

Xals se echa hacia atrás empujando la mesa y poniéndose en pie torpemente. Abre los ojos de par en par y reclama a su cuerpo la energía y rapidez necesaria que toda la adrenalina le pueda otorgar para huir del monstruo.

El asesino juega con la daga con una mano mientras extiende la otra apuntando a la mesa. A los pocos segundos los documentos se agitan ligeramente y se elevan para acercarse flotando hasta él que los coge en el último segundo antes de caer cuando los tiene ya al alcance de la mano.

-Vaya... qué tenemos por aquí... estabas escribiendo un testamento.
¿Y a quien pensabas entregar tus deudas? ¿O tus miserables beneficios?

-Yyo... nno...

-Sabes, pensaba matarte uno de los últimos, pero el tiempo no juega a mi favor y ya no me eres útil en absoluto.

-¡Puedo ayudarte! ¡Escucha! Tengo contactos, puedo conseguirte oro... ¡lo que quieras!.

-Aquello que deseo con todas mis fuerzas no puedes dármelo, ni tú ni nadie.
A llegado la hora de que me deshaga de ti.

-¡¿Porqué?! ¡Yo no he hecho daño a nadie! ¡Solo soy un simple comerciante!

-Ya te lo he dicho. No me eres útil.
Aunque al principio me vino muy bien hacer tratos contigo.

-¡¿Tú?! ¿Te has afeitado la barba? ¡Eres ese pirata... Talban!

-No. Talban es solo una pieza más en el tablero. Pero através de él conseguiste la pólvora adulterada que vendiste en aquellos jugosos contratos a la guardia de Turín a buen precio.

-¿Adulterada?

-Las muestras no, claro. Pero el resto inutilizan los cañones haciéndolos estallar o no se llega a realizar la explosión. Muy útil para acabar con las defensas marítimas de la ciudad. Esa pólvora se ha vendido muy bien en el puerto excepto algunos navegantes que no estaban interesados...

-Munitis.

-Por ejemplo. Y por eso quise que te vieras involucrado en el asunto de ocultar los cadáveres entre la mercancía de la Iberian. Pero el muy bastardo te encubrió ante la guardia declarando que toda la mercancía era suya a sabiendas de que su buena fama lo protegería ante la Condotiero.

-No conocía tales hechos.

-Supongo que te consideró inocente y puso la mano en el fuego por ti. Pero ya no te servirá de nada que te protejan.

-Gritaré. Alguien subirá y te descubrirá.

-¿Cómo crees que he entrado? ¿De verdad piensas que me descubrirán?

En cuanto el asesino alzó la daga Xals comenzó a gritar con todas sus fuerzas. A los oídos del asesino los gritos eran como los chillidos de un cerdo al que le llega su San Martín.

-¡¡¡AYUDÁDME!!! ¡¡¡AYUDA!!! ¡¡¡AUXILIO!!!

Una risa diabólica fue la única respuesta. El asesino caminó a paso firme y tranquilo hacia Xals que lo único que puedo hacer fue quedarse en el rincón rezando por su alma. El extraño dió un paso más y...
Agarró con una mano el cuello de Xals que no dejaba de gimotear y balbucear pidiendo auxilio. Con la otra mano le clavó la daga en el pecho repetidas veces hasta que el cuerpo del mercader, que escupía sangre a cada puñalada, dejó de agitarse.

Con la misma daga hizo dos marcas verticales y dos horizontales donde terminaban las primeras en la frente de Monroe recordando vágamente al número dos escrito en latín. Después, registró a toda prisa sus bolsillos y los cajones del volcado escritorio hasta que escuchó pasos por el pasillo. Segundos antes de que la puerta se abriera el asesino se deshizo en el aire como si fuera volutas de humo.

Una de las taberneras, Aypexa, abrió la puerta a toda prisa para ver que le pasaba al exaltado y paranoico cliente de la posada sin darse cuenta de que el asesino, totalmente invisible, la rodeaba silencioso con la intenación de escapar por la misma puerta por la que entró y que ahora permanecía abierta. Pero antes de huir le dejó como tarjeta de visita una buena puñalada en la espalda por la que murió desangrada pocos minutos después. Pero el asesino no le hizo marca alguna.





Editado 2 vez/veces. Última edición el 14/05/2006 13:54 por jcdenton.
Re: Relato del Ciudadelas I
13-May-2006 21:40
En el patio de la mansión de la gobernadora
[a media tarde del domingo]

La primera estocada, por cortesía de Ozzy fue cedida al retador Kynes, como ocurre en los duelos de caballeros.
Éste lanzó una estocada larga y firme que Ozzy desvió con facilidad para en seguida responder como mandan los cánones de la esgrima con otra estocada, directa al corazón, pero lenta como simple advertencia recordando al oponente que el duelo no es un juego. Aunque los dos son experimentados espadachines y plenamente conscientes de que uno caerá.

Kynes demuestra a su oponente conocer técnicas refinadas y avanzadas desviando el lento ataque del enemigo y respondiendo con una complicadísima maniobra de varios giros y fintas que su rival no hubiera visto desde sus tiempos como estudiante de academia. Ozzy se defiende a su vez, con alguna dificultad, utilizando alguna complicadísima técnica demasiado enrevesada para mostrar al rival los años de estudio y habilidad adquiridas.
Kynes no continúa el ataque. Ozzy tampoco contraataca y ambos bajan las armas al unísono.

Se miran y hacen un pequeño gesto de cortesía llevando la hoja al hombro opuesto de la mano que porta el arma.

El protocolo dicta que alguno de los luchadores podría abandonar ahora la lucha dándose por derrotado sin perder el honor al descubrir el error de amenazar a un rival de grandísimo nivel. Pero ambos han demostrado ser grandes rivales. No es éste el caso de un novato que por imprudencia retara a un experto esgrimista.

Ninguno de los dos mueve un músculo, ni espera que el rival se eche atrás pero son corteses y conocen las reglas de caballeros para duelos de espada así que se dan un tiempo. A los pocos segundos bajan las hojas hasta dejarlas en horizontal en postura de ataque.
¡Se acabó la innecesaria introducción! ¡Comienza el verdadero duelo!

Y ambos atacan a destajo olvidando las buenas formas académicas. Ozzy utiliza un ataque con finta a la inversa ligeramente modificado que acaba con pretensiones de atacar la rodilla para sorprender al rival y Kynes se lanza directo a la carga utilizando su velocidad para hacer una doble o si le da tiempo una triple estocada con la esperanza de sorprender a su oponente por no esperar un ataque relámpago.

Ozzy cambia su táctica a medio camino y desvía la primera estocada. Se sitúa en buena posición para desviar cómodamente la segunda y cuando planea contraatacar descubre que la muñeca de Kynes gira ligeramente y se eleva, preparando una tercera estocada directa a la yugular que avanza peligrosamente amenazando con poner fin al duelo cuando apenas han pasado unos míseros segundos.
El enmascarado, perro viejo en estas lides, cancela su ataque al poco y hecha hacia atrás la hoja para ver como Ozzy, que trata de parar el ataque desviándolo hacia su diestra, se descubre cortando el aire con demasiado impulso al no encontrar la hoja del rival ofreciendo resistencia.
La postura de Ozzy es de indefensión total así que Kynes aprovecha el momento para una cuarta estocada, tan directa y rápida como las tres anteriores, directa al corazón. Pero Ozzy mueve todo su cuerpo al mismo tiempo que mueve la hoja para desviar hacia el lado opuesto la estocada.
En momentos así, a Ozzy la hoja le parece pesar el doble y siente cada segundo como si fueran horas. Por un momento cree sentir una punzada en el pecho, la antesala de la última maniobra del duelo. Pero son solo imaginaciones suyas porque oye el golpear de las hojas y comprueba como ha parado en último momento el mortal ataque.

La espada de Kynes acaba a un metro de su destino sin llegar a escaparse de la mano que firme la sostiene. No puede atacar sin ponerse en peligro porque Ozzy ya ha iniciado su contraataque así que utiliza la defensa Benedetti que tan buenos resultados le diera en el pasado.
Resuenan repetidamente los golpes, cortos y precisos, buscando huecos incansablemente.

Ambos contendientes dejan las estocadas directas y se dedican a acosar al rival atacando otros puntos no tan débiles, unas veces aplicando una fuerza inesperada en hombres tan delgados y ligeros y otras utilizando toda la maña y agilidad que guardan atesorada con los años. El entrechocar guarda un ritmo constante y preciso, como el de una orquesta. Los dos contendientes sonríen: parecen ligeramente igualados aunque saben que cada uno de los dos responderá de forma distinta al cansancio o tendrá huecos en alguna maniobra no tan magistralmente conocida como deberían en su haber.

Pasan los minutos, y a ojos de un espectador casual, los dos rivales podrían parecer bailarines o comediantes de teatro: ninguno hiere al otro y se ajustan a los golpes del rival a la perfección. Pero nada está mas lejos de la realidad que tan errónea percepción: cada hoja ansía probar la carne del rival, bañar de sangre la tierra, ensartar el corazón del enemigo o seccionar las venas que lo hagan desangrarse poco a poco.

Un solo corte... y uno de los oponentes ganaría la batalla moral obteniendo gran parte del éxito asegurado.
Y si el corte fuera ligéramente profundo, con paciencia... podría debilitar al perdedor, que se desangra sin remedio, hasta que no pudiera seguir el ritmo y...

Los dos se mueven: pasos al frente, pasos atrás, alguno lateral. Se miran fíjamente.
Al cabo de largos minutos de estocadas y esquivas Kynes retrocede un par de pasos y sonríe.
Ozzy desconoce por completo la razón del cambio en la estrategia.

-¿Qué ocurre? ¿Porqué paráis?

-Es que no puedo aguantarme
Tengo que decíroslo:
No dejo de fijarme
por el rabillo del ojo
en esas braguitas de encaje
¡Me están entrando sofocos
tan solo de imaginarme
a la gobernadora de rojo!

-¡¡Comportáos!! ¡¡Estamos en un duelo!!
¡Esa ropa es de *mi* mujer!

-Creí que no estábais casado
¡Pero mirad que escote!
Ese sujetador es...
demasiado...
Cuanto hace que se note
esa valle del pecado
que ya quisiera Venus
fuera entre sus "montes"...

-¡Maldito mirón!
¡Dejad de imaginárosla con él puesto!

-¡No puedo!
Es superior a mis fuerzas
¡Dios mío!
¡¡Que tetas!!
Con tal prenda pecaminosa
¡las tendrá muy buen sujetas!
Ay si probarlas pudiera...

-¡Babeáis!

-Si la viera con esa prenda vestida...
Sín duda,
babería en seguida
Y al momento se me pondría...

-Muy dura...

-Como hierro de herradura...
No...
¡Como torre de gran altura!

-No presumáis de envergadura

-Un caballero no diría eso
Mas bien diría "ruda"
o si acaso "tozuda"
¡A la moral me refiero!
¡No seáis mal pensado!
La moral y el empeño...
de yacer pronto en su lecho.
Ay, si ella fuera mi esclava...
Ay, si yo fuera su dueño...
Cuanto "cariño" le daba...

-Pardiez...
Yo os mataría a bofetadas

-Después de yacer con ella
como si me dáis puñaladas
Aunque mas bien daríais "cornadas".

-La esclavitud es ilegal
en todo el mare nostrum


-¿No habeis ido nunca al Caribe?
Allí con unas buenas esclavas
imaginad que bien se vive.
Yo no saldría de la cama...
Pero si hablamos de Edith...
Ella solita me basta.
¡Os ofrezco un trato!
Si me dejáis a vuestra dama
os perdonaré la vida
y os permitiré marchar
sin ni siquiera una herida
que marca os pueda dejar.

-¡¡¡MALDITO!!!
¿Cómo te atreves siquiera a ofrecerme un trato por mi Edith?
¡Acabaré con vos! ¡Pardiez!

El duelo continuó con ira y furia. Los golpes eran tan rápidos como al principio pero con mayor fuerza.
Los contendientes tenían que moverse más y más porque la mayoría de las veces era mejor dejar pasar la hoja apartándose de su camino que atreverse a parar el golpe y recibir la embestida del impulso.
Cuando las hojas se encontraban salían chispas y el resonar era tan fuerte que era ligeramente doloroso para el oído no acostumbrado.

Cuando fueron a darse cuenta estaban ya junto a las grandes cuerdas con ropa tendida.
Kynes dejó de atacar por minutos y buscó hueco para apartarse de Ozzy en cuanto éste se detuviera un segundo para descansar.
Después de largos ataques, al situarse Maese Ozzy en posición de defensa en espera del contraataque, Kynes retrocedió varios pasos y se coló entre sábanas, mantas y otra ropa diversa. Ozzy se tuvo que meter también entre la ropa para no perder de vista al enmascarado. Y lo descubrió sosteniendo cerca de la cara unas braguitas negras con una tela liviana y sugerentemente translúcidas que colgada de ellas.
Kynes parecía embriagado.

-Oh...
Que olor...
Como en un principio sospechaba
toda su ropa íntima
ha sido bien perfumada
Estas braguitas...
con olor a melocotón...
o a manzana...
¡Cuánto me excítan!

-¡Te mataré!
¡Te clavaré la espada hasta la empuñadura!
¡Muere de una vez!

-Os faltó decir ¡Pardiez!

Ozzy fue a toda prisa a por Kynes pero éste, que era tan rápido como él, se coló al momento bajo unas grandes sábanas de lino perdiéndose en segundos. Maese Ozzy apartó las sábanas con la espada y gran cuidado temiendo que su enemigo estuviera en guardia y preparado para degollarlo en cuanto asomara la cabeza. Pero no vió al hombre de negro. Tan solo mas ropa tendida por todos lados.
Se puso en guardia y se acercó con más cuidado aún a un largo vestido tendido a su izquierda buscando a su enemigo. Al no descubrirlo caminó ligero y sigiloso hasta otra fila de ropa tendida para que su rival lo perdiera de vista si lo estaba observando entre telas oculto.
Ozzy tendría que jugar al juego del gato y el ratón con el enmascarado.
¿Quién sería el ratón y quien el gato?
¡Pardiez!.





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Re: Relato del Ciudadelas I
13-May-2006 21:40
Habitación personal del Abad Comendatario en la Catedral
[Antes de la medianoche del lunes]

-¡¡¡LA DESEO!!! ¡¡¡ELLA DEBE DESEARME A MÍ TAMBIÉN!!!- grita el abad.

-No la tendrás. La bruja te ha engañado.
Confiaba en que ella abandonara a Ozzy para yacer contigo.
Qué ingenuo sois Abad. Estáis embrujado por Lesarath.

-¿Cómo decís?

-Me encargué de que ella os hechizara con uno de sus lujuriosos embrujos.

-¿Vos hablásteis con ella?

-Al principio sí. Pero mas tarde temía que me descubriera. La zorra es capaz de ver el futuro en las personas. Así que envié a alguien a que tratara con ella. Ahora mismo la tiene a buen recaudo.

-¿Que me embrujara? ¿Pero porqué?

-Oh, Abad. ¿No sois consciente de las consecuencias?
Un eclesiástico... liado con una noble... cometiendo el pecado carnal...
Y otras consecuencias aún mas graves: Ozzy se enfurecería.
De seguro tomaría venganza y acabaría con vuestra vida.

-¿Vos planeábais ésto? ¿Porqué destruirme?

-No voy a daros explicaciones del porqué. Tan solo morid tranquilo: habeis servido bien a mis planes. Gracias a vos pude conectar todas las puertas secretas, pasillos ocultos y mazmorras de palacio con un edificio externo desde el que poder acceder fácilmente al laberinto de túneles y sin que nadie sospechara nada gracias a las obras de la Abadía que se vigilan por la noche.

-Vos... ¿Habéis estado utilizando el acceso a las mazmorras a través del altar?
¡Acordamos que sería una vía de escape para mí si hubiera problemas!

-Ya. Y para guardar con mayor celo las futuras arcas de la iglesia, cuando estuviera terminada, claro. -El extraño se ríe como burla- Sin vos no hubiera tenido acceso a los planos de Achiles ni hubiera podido convencer al capataz para que ocultara la excavación del túnel pero vos sois *muy* convincente y generoso cuando os es preciso.
Debo daros las gracias.

-¡Os prometí una parte "generosa" del diezmo del primer año!. ¡Ser mi consejero!.
¡Hasta una carta de recomendación a vuestro favor para ser elegido Obispo si aceptáis el hábito!.

-Pobre Catán. Él esperaba recibir tal honor después de serviros toda una vida con gran fidelidad. Oh, y eso de una generosa parte del diezmo... generosa... ¡já!... es un decir. Seguro que trataríais de engañarme falseando las asignaciones y donaciones. Pero aunque me pagaráis diez veces lo acordado o tuviera asegurado un buen puesto en vuestra corrupta jerarquía clerical, Abad Rafa, no entra en mis planes que vos salgáis con vida.

-¿¡Matarme!? Tú...

-¿Yo?

-¡¿Tú eres el asesino de las cartas?!

El brillo de la hoja de una daga desenvainada fue la respuesta.
El anciano clérigo no pudo apenas defenderse del asesino quedando en el suelo en posición fetal totalmente cubierto de puñaladas. Las únicas heridas limpias y superficiales que recibió fueron tres marcas verticales realizadas en la frente.





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Re: Relato del Ciudadelas I
13-May-2006 21:43
En el patio de la mansión de la gobernadora
[a media tarde del domingo]

Kynes alzó la espada y dobló ligeramente las rodillas para ponerse en guardia o rodar si era necesario.
Giró la cabeza a ambos lados atento a cualquier movimiento... cualquier ruido... y al fin lo vió:
una sombra apareció en una de las grandes sábanas a su espalda. La figura se movía en silencio tratando de acercarse. Kynes se agachó aún más y se preparó para el momento. ¿Le vería Ozzy? Seguramente no. Él no podría ver su sombra sobre las sábanas tendidas por estar contra el sol. Kynes aguardó varios segundos... giró la muñeca levemente preparando una doble estocada con medio giro directa al cuello... y en cuanto la sombra estuvo a menos de dos metros Kynes saltó sobre ella con todas sus fuerzas.
En el primer movimiento rasgó totalmente la tela de lado a lado y en el segundo... se quedó petrificado al descubrir que no era Ozzy quien se encontraba al otro lado sino ¡¡¡Edith!!! que al ver la hoja dirigirse hacia ella a la velocidad de un rayo apenas tuvo tiempo para gritar.

Kynes, con toda su gran maestría y en el último segundo intentó desviar el golpe mortal, quedándose en una pésima posición.

Un largo mechón de cabello oscuro de la hermosa mujer cayó al suelo, cortado por la hoja plateada.
A los pocos segundos, le siguió en su camino la joven gobernadora.
Una fina linea de sangre apareció en su cuello, contrastando el rojo vivo del líquido vital con la piel blanca como la nieve. Pero solo se escaparon algunas gotas de la herida dejando pequeños hilos de sangre. Edith había caído desmayada.

Kynes se incorporó para ver mejor a la mujer, tendida sobre las losas de piedra del patio.

Se acercó un par de pasos y agradeció al cielo que estuviera viva.

Respiró muy hondo... y sintió algo frío en el cuello. Al momento reconoció la hoja de una espada por el rabillo del ojo izquierdo.

El tono de la voz furiosa y contenida de Ozzy le heló la sangre:

-Debería matarte ahora mismo. ¡¡Has estado a punto de matar a mi Edith!!.

-No era mi intención herirla.
No destruiría algo tan bello
aunque en me fuera la vida
y me condenara al infierno.

Ozzy se siente poseido por la rabia y la furia. Tensa el brazo como un último paso en la cadena de acciones consecuencia de la decisión de degollar al diablo enmascarado que ha puesto en peligro la vida de su amada. Pero al contemplar a Edith, al contemplar su tierna belleza angelical, el corazón se le llena de ternura y serenidad. Pero no separa un solo milímetro la hoja del cuello del enmascarado.

-Cierto es que no lo has hecho y que en el último momento contuviste el golpe mortal.

-Pero has ganado... pardiez.
He bajado la guardia en el último momento.
Me has sorprendido y estoy a tu merced.
Pero quiero que sepáis que no me arrepiento.
Ahora cumplid con vuestro deber
y poned fin a este duelo.
¡Vamos!
¡Degolládme el cuello!
¡Acabad ya de una vez!

Ozzy recapacita durante unos segundos que se hacen eternos.
Kynes siente que por momentos el brazo de Ozzy se tensa y se relaja una y otra vez mostrando su indecisión.

-Eres un asesino.
Mataste a mis hombres.

-Muchos son mis pecados
y tienen cientos de nombres.
Robo, lujuria, asesinato...
La lista es interminable.
Mentira, ofensa, desacato...
¡Matadme!
¡Es vuestro deber ajusticiárme!.

-No. Este duelo no ha sido justo. Ella ha interferido por accidente.
Pero no pienso luchar ahora con vos. Como favor por perdonaros la vida aquí y ahora os pido que pospongamos el duelo para dentro de varios días. Exactamente para cuando haya muerto el asesino de las cartas.

-De acuerdo, acepto.
No tengo otra opción que esperar
pero tengo que deciros
que no os puedo asegurar
que no acabe yo antes
con ese sucio cobarde.
Que también con él tengo una deuda
por intentar asesinarme
aunque tan mala suerte tuviera
que fallara en sus planes
de intentar envenenarme.

-En ese caso podríamos ayudarnos mutúamente. Juntos podríamos impedir que huyera.
Para nuestro duelo personal nos aseguraríamos de que no hubiera posibles intromisiones.
Ya sean guardias o inocentes.

Ozzy bajó la hoja. Kynes asintió y marchó a toda prisa hasta llegar a una gran enredadera en la pared. Escaló como un gato por ella y se perdió al saltar el gran muro hacia el otro lado, la calle.

Maese Ozzy soltó la espada y se acercó con extremo cuidado a Edith para cogerla en brazos y llevarla a su cuarto. Dió gracias al cielo mil y una veces mientras se preguntaba donde habrá dejado su amada las vendas que ayer mismo estaban destinadas para él.





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Re: Relato del Ciudadelas I
13-May-2006 21:44
Abadía en construcción
[Antes de la medianoche del martes]

Es de noche. Hay algo de niebla pero de momento la abadía parece tranquila. El gran interior del edificio está oscuro pero no hace frío así que DrX monta guardia sin demasiadas objeciones. Esperaría fuera, junto a la puerta, pero el frío y la niebla no le son de su agrado. De todas formas le han ordenado vigilar que nadie entre o salga y que esté atento sobre todo al altar. Cuesta creer que este lugar sea peligroso o de vital importancia como para destinarle aquí.
¡Nadie pasa aquí la noche excepto yo!

Se cansa de estar sentado entre los bancos así que se pone en pie y camina por el pasillo central como si fuera hacia el altar para echar un vistazo. Ayer le comentó un amigo que se habían detenido las obras por orden directa de la Condotiero.
Sus pasos resuéan por todo el edificio.
Oye ruidos que no son sus pasos.
Se detiene.
Mira a todos lados pero no ve nada raro. ¿Vienen de la sacristía? ¿O a su espalda?
Otro ruido.
La pequeña puerta de la entrada parece como si se acabara de cerrar.
¡Imposible! ¡Estaba cerrada con llave! Puede que no se haya cerrado. Quizás la golpearon desde fuera. Algún ladrón ha intentado entrar y ha descubierto que está cerrada.

DrX corre hacia la puerta y sujeta el pomo. Respira hondo. La puerta se abre al girarlo. ¡Estaba abierta!
O alguien muy sigiloso la ha abierto. Estará dentro. DrX desenvaina la espada y mira a todas partes.
Imposible. ¿O sí?
Puede ser un ladronzuelo muy, muy sigiloso. El lugar mas cercano para ocultarse es detrás del último banco. Quizás rodó hasta ellos. DrX se agacha y corre por entre los bancos.
Escucha más ruidos. ¿De donde vienen?. Está cerca. Muy cerca.
DrX corre hasta la sacristía.
Abre primera puerta.
Nada.
Abre la segunda.
Vacía.
Se vuelve temeroso.
Mira a todos lados y de reojo al altar. No se ha movido. Si lo hiciera se daría cuenta.
Camina hasta el centro de la abadía para ver todos los ángulos y recovecos entre las columnas. Debería encender todas las antorchas aunque solo iluminen la gran sala unas horas pero estaría en peligro si soltara la espada para hacer un fuego.
DrX gira lentamente hacia un lado y hacia otro en posición defensiva atento a cualquier indicio.

Suena un ruido como de rozar de madera. Cerca.

¡¿Dónde?!

Muy cerca.

Algo alargado acabado en un gran lazo cae sobre él. La sorpresa casi le mata del susto.
¡La cuerda la ha soltado alguien desde arriba, escondido en alguno de los andamios apoyados entre las vigas!.
Teme que le aprisione los brazos pero no le da tiempo a reaccionar. La soga de cáñamo cede fácilmente y sube hasta la altura de sus hombros. Cuando llega a la altura del cuello y da con su quijada recibe un fuerte tirón que lo sujeta. Con la mano que mantiene firme la espada intenta cortar la cuerda mientras con la otra trata de quitarse el lazo que le aprieta la garganta. Al poco ve como alguien empuja algo en las alturas: un gran saco de los que suben los albañiles a los andamios, llenos de arena para argamasa.
El saco parece pesar mas de lo que aparenta y... para su desgracia... en cuanto el saco baja él sube. Una de las vigas de la catedral hace de polea.

A varios metros de altura del suelo DrX se agita sin parar.
¡Ha soltado la espada por error para tirar con las dos manos de la cuerda que le retuerce la garganta impidiéndole respirar!.

El momento es largo y tortuoso. DrX siente como si el diablo le mordiera el trasero y los demonios del mismo abismo tiraran de él para arrastrarlo al infierno.
Apenas ha pasado medio minuto y ya es consciente de que no tiene salvación. Su último deseo es que termine pronto esta tortura agónica.

Pudo intuir antes de morir una figura humana ¡invisible! cubierta por el polvo de la arena levantada por el saco al caer. Había descendido agarrado a la cuerda y sujetado la misma hasta el último espasmo del pobre DrX.

Muerto ya, el altar cambió de posición para descubrir el pasadizo a las catacumbas.
Y otras almas al servicio de la ley acompañaron al DrX en su camino al infierno.





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Re: Relato del Ciudadelas I
13-May-2006 21:45
Habitación de la Reina.
[Horas antes de que amanezca el miércoles]

Ender, como la mano derecha del capitán de la guardia personal de los Reyes de Turín, monta guardia en el pasillo que da a la puerta de la entrada de la alcoba de sus majestades. Está cansado ya de hacer guardias todo el día pero se entretiene en darle vueltas a todo el asunto de las catacumbas y el asesinato.
Antes vigilaba junto a Harkonnen la habitación del Recaudador pero inexplicáblemente le asignaron otro deber, que según la Reina, era mas importante.

[Dentro de la alcoba]

La Reina despierta de un largo sueño murmurando en susurros:

-No arquitecto... ya no hay tiempo... el Rey está a punto de llegar... qué travieso sois... dejad de jugar con mi falda...

Su primera reacción es preocuparse por si el Rey la hubiera escuchado hablar en sueños. Pero Ulin está profundamente dormido. La Reina Matilda se relaja, suspira y se dispone a conciliar el sueño de nuevo cuando llama su atención: Ulin no está roncando y siempre lo hace, como un tronco. ¿Se estará haciendo el dormido?
Matilda le da unos ligeros toques. Ulin no se mueve, ni siquiera sube y baja su pecho por la respiración profunda del que duerme. Matilda le hace cosquillas esperando que reaccione hasta que nota que hay algo húmedo manchando la cama. Apenas puede ver porque la habitación está en penumbra: la única luz que hay es la de una vela medio apagada sobre una mesa junto a la cama.

Inquieta, Matilda palpa la cara de Ulin y nota un extraño tacto pegajoso: se ha manchado las manos. Cuando acerca a sus ojos los dedos descubre que es sangre que cubre y cae por la frente de su esposo. La almohada está también manchada.
Se aparta sobrecogida de su esposo.

Hay otra gran mancha a la altura del pecho. Ulin no se mueve porque ha muerto apuñalado mientras dormía.

-Hola hermanita.
Espero no haberte despertado.

La voz viene del fondo de la habitación.

-¡¿Qué?!

Matilda se lleva las manos a la cara y balbucea:

-Oh... Dios mío... ¡¡Mi querido Ulin!!

-Tarde, lleva algún tiempo muerto. ¿No os da cierto repelús haber dormido con un cadáver? Incluso en una ocasión lo abrazásteis. Fijáos en vuestro pijama, tiene también manchas de sangre.

Matilda está sin habla. El asesino parece divertirse al ver la expresión muda de la Reina.

-¿Habéis dormido bien? Diría que le érais infiel en sueños...

Matilda, a pesar de las circunstancias, reacciona con rapidez y mira al asesino tratando de reconocer su rostro.

-¿Porqué me habéis llamado hermanita?

-Porque lo somos. Por parte de padre.

-Yo fui hija única.

-Oh, no. Bueno, sí por parte de madre. Pero vuestro padre era muy lujurioso y embarazó a mi madre, una pobre sirvienta de Palacio. Mientras vuestra madre viajaba por toda Europa asistiendo a bodas de otros nobles y preparando acuerdos con otros gobernantes o mercaderes vuestro padre se *follaba* a mi madre sin descanso.
Fuí un bastardo consentido por nuestro padre pero al morir mi madre en extrañas circunstancias nuestro amadísimo progenitor me asignó como sirviente a un maldito déspota esclavista, supuestamente para convertirme en un hombre de utilidad, culto y poderoso. Aprendí mucho con los años, no lo niego, pero no quería convertirme en un sirviente más del Reino. Oh no... Nuestro padre pagaría caro el error.

-No me lo puedo creer. Es...

-Comencé mi venganza acabando con la vida de tu madre.

-Pero, creí que había sido un accidente.

-Planeado. Con tu padre en cambio no necesité mancharme las manos. Él solo se enfrentó al protegido del Papa y murió en batalla naval como un héroe.

-No tenéis que darme lecciones de historia. Conozco bien como murió mi padre.

-Ya, a manos del que entonces no se había autoproclamado aún emperador. Que confabuló para casaros con Ulin. ¿Sabíais eso? El emperador en persona acabó con la vida de vuestro padre y lo arregló todo para casaros con Ulin, su mano derecha en Venecia.

-¿Porqué habéis matado a mi Rey? ¡Él no fue amenazado!.

-No me convenía poneros sobreaviso del peligro. Es mejor dejar que centréis vuestra atención en la seguridad de vuestros súbditos. Así ha sido mas fácil acercarme a vos.

-¿Quién sois?

Se escuchó el ruido siseante de una daga al ser desenvainada.

Matilda comenzó a gritar con todas sus fuerzas:

-¡¡¡GUARDIAS!!! ¡¡¡GUARDIAS!!! ¡¡¡A MÍ LA GUARDIA!!!

El asesino se avalanzó sobre ella con agilidad felina. Matilda trató de protegerse con un gran cojín inútilmente. La primera puñada fue en el pecho. La segunda en el vientre y la tercera y cuarta en el costado izquierdo. Le siguieron mas puñaladas en el vientre asestadas con rabia.

Ender, al oír los gritos, se volvió al momento y sacó la llave que colgaba de su cuello tratando de abrir la cerradura con toda la prisa que le permitieran sus dedos. Aún no había dado las dos vueltas a la llave en la cerradura cuando se abrieron las puertas del armario de la reina. Una figura humana salió y se lanzó sobre el asesino enviándolo fuera de la cama de un empujón. El asesino no lo vió venir como tampoco la Reina.
Era Harkonnen, medio desnudo. Se quedó sobre el cuerpo moribundo de la Reina.
El asesino, cubierto de sangre, sostenía la daga y miraba fíjamente al capitán de la guardia personal.

-¡¡TÚ!! ¡¡Capitán Harkonnen!!

-¡¡AFO!! ¡¡Sois vos el asesino!! ¡¿Cómo habéis podido?! ¡¡Maldito mago!!

La reina escupió sangre y cerró los ojos. La vida se le escapaba definitivamente.

La puerta de la alcoba se abrió de golpe apareciendo Ender con la espada en alto y deseoso de actuar.
En cuanto el asesino se vió rodeado por dos hombres bien entrenados en la lucha y uno de ellos armado y con protección se deshizo en humo mientras pronunciaba funestas palabras entre carcajadas.

-¡Llegáis demasiado tarde!

A los pocos segundos de hacerse invisible, un panel de madera al otro lado de la habitación se abrió de golpe mostrando un pasadizo de piedra perdiéndose en la oscuridad. Resonaron pasos en la habitación.

Ender se acercó al panel abierto y miró un segundo a Harkonnen.

-¡Voy tras él! ¡Capitán, ayude a Sus Majestades!

Y se encaminó presto hacia el túnel en pos del asesino.
Harkonnen abrazó a Matilda sin poder reprimir lágrimas de dolor.
Trató de consolarla engañándose a sí mismo pues La Reina no escuchaba palabra alguna...

Y descubrió el engaño al ver como la puerta de la alcoba se agitaba ligeramente.
El asesino no ha escapado por el túnel sino por la puerta de la habitación.

-No voy a dejarte morir Matilda. ¡NO! ¡Me niego!.

Harkonnen cogió en brazos a Matilda y salió de la habitación a toda prisa.
No temía encontrarse por el camino con el asesino: suponía que éste solo buscaría un buen escondite y cambiar sus ropas por otras que no tuviera manchas de sangre que le delataran.
Se cruzó con varios guardias que al reconocerlo dieron la alarma. Algunos le siguieron escoltándolo sin hacer preguntas estúpidas, tan solo esperaban órdenes y rezaban para sí mismos por la difunta Reina.

Después de girar perdido en varios pasillos y recodos llegó a la puerta que buscaba. Llamó a golpes y gritó con todas sus fuerzas:

-¡¡¡RÁPIDO!!! ¡¡¡ABRID!!!

Templaria, medio dormida y algo molesta por el repentino despertar abrió de golpe la puerta de su habitación en Palacio. Al reconocer a Su Reina totalmente cubierta de sangre pidió a Harkonnen que la hiciera entrar a toda prisa y rebuscó entre un grupo de frascos que tenía sobre su escritorio uno en especial, con un color azulado.
Fue todo en uno cogerlo, quitarle el tapón de corcho y verterlo en los labios de La Reina.
Sin esperar a comprobar sus efectos buscó otro frasco de aspecto similar y también se lo dió a la Reina que no podía tragar pues ya estaba totalmente inerte.

Harkonnen no quería hablar para no interrumpir a la Alquimista.
Las lágrimas se habían cambiado por sudor que caía a borbotones como si fuera un manantial de nervios. ¿Qué había hecho esta mujer? ¿Podría hacer un milagro?

Tardaron en darse cuenta de que las heridas de la Reina se cerraban pues tal era la cantidad de sangre que la cubría y que por tanto había perdido que las heridas no eran visibles. Un rayo de esperanza iluminó los corazones de la sabia mujer y el aguerrido soldado.

Matilda respiraba, con dificultad, eso sí y con el tiempo empezó a toser para escupir sangre. Tardó mucho tiempo en sentirse con fuezas para hablar.

Templaria y Harkonnen estaban tan emocionados que no podían pronuncia palabra. Fuera de la habitación, en la misma puerta, varios guardias y la diplomática Bita recién levantada esperaban nerviosos alguna noticia.

Las primeras que Matilda pronunció fueron:

-Oh... ¡Harkonnen! ¡Me habéis salvado!

El capitán la miró y se limpió las lágrimas.
Se supone que es un duro soldado, y los soldados nunca lloran.

-Matilda... ¡estás viva! Oh, Dios... creí que te morías en mis brazos... ¡ese bastardo!

-Y tan bastardo... *coghff* *coghff*- escupe mas sangre.

-El Maestro de Magos... ¿significa eso que JcMasMas ayuda al asesino?

-Oh... no... es demasiado guapo para ser un asesino y parece bastante tímido. En cambio Achiles... cuando me cogió en brazos y me...

Templaria la interrumpió:

-Mi Reina, procurad no hablar, aún estáis débil.

-Oh, estoy bien. De hecho me gustaría agradecer a mi valiente y apuesto capitán que me salvara. Ahora que os miro bien, tan sudoroso como estáis sois mas atractivo aún. Y apenas lleváis ropa... deberíamos terminar lo que empezamos y no pudimos acabar por culpa del Rey...

-Yo...

Harkonnen mira a Templaria sorprendido.
Templaria excusa a la Reina:

-Es que... veréis... le he dado una poción que la hace decir la verdad y... bueno, tiene otros efectos secundarios... como hablar demasiado y cierta ligereza de pensamientos lividinosos. Tened en cuenta que ha sufrido demasiado en la última hora además de ingerir una poción de efectos... parcialmente... desconocidos. Seguramente el efecto de la poción trata de hacerle olvidar lo ocurrido. Pero cuando se le pase os aseguro que será plenamente consciente de todo lo que ha pasado, no os preocupéis.

-¿Hablar demasiado? ¿Decir la verdad?

-Será mejor que la llevéis a algún lugar seguro y que nadie hable con ella.

La Reina no parece de acuerdo con las decisiones.

-Oh... ¡Necesito hablar con alguien!

Templaria abre la puerta y deja pasar a Bita. Después de explicarle toda la situación Bita decide llevar a la Reina a su alcoba para quedarse con ella hasta que se recupere.

Harkonnen se queda solo en la habitación de Templaria mientras ésta le trae algo de ropa pues sigue en paños menores.

Horas después, en las calles de Turín resuenan voces a gritos:
"¡Ha muerto El Rey! ¡El Rey Ulin ha sido asesinado!".





Editado 4 vez/veces. Última edición el 14/05/2006 13:57 por jcdenton.
Re: Relato del Ciudadelas I
14-July-2006 22:50
Una habitación de la taberna de Turín
[Antes del amanecer del Miércoles]

Llaman a la puerta. Munitis despierta de una resaca atroz y contesta de malas maneras:

-¡Por el infierno y todos los diablos que en él habitan!
¿Quién llama a estas horas para despertarme?
¡Ganada tiene su estancia en el Averno solo por despertarme a estas horas!

-¡Abre Munitis! ¡Soy yo, Ozzy!

El Capitán sale de la cama arrastrándose y llega hasta la puerta en un tiempo que se le antoja cercano a la eternidad o un poco más, pues, aunque la amistad con el espadachín es fuerte y éste espera y desespera al otro lado, son varios los factores que transforman el simple hecho de abrir la puerta una tarea ulísea: la desgana, la desnudez que ha de ser cubierta con una vieja sábana unida a la pereza propia del marino en tierra y La Mayor Resaca que jamás haya sufrido nunca Hombre de la Mar desde que el Hombre es Hombre se lanzaba al océano en un suicidio que la historia llamara "navegación" en cuatro rudos troncos atados con hojas de palmera cortadas a mordiscos.

Una resaca que bien se merece nombre propio, apellidos, un padre y una madre. Aunque madre ya tiene, se llama Ron caribeño. Y padre... se podría decir que es Munitis la que le ha dado de comer y la ha hecho crecer hasta ser adulta.

Superar la resaca le supone mayor impediento para llegar hasta la entrada de su habitación que semanas de ayuno forzado, una intensa tormenta con olas de ocho metros, una tripulación que se rebela, aguas infectadas de tiburones o el mismo Neptuno a su espalda clavándole el tridente en sus dorados gluteos de marino tostados por el sol a poco que diera un paso hacia la puerta.

Pero al fin al abre. Por desgracia jamás será reconocido por tan hábil hazaña.
La historia es cruel y solo te recuerda si recorres un charquito de nada llamado Atlántico, descubres algo de tierra a flote sin importancia llenas de enanos que ni siquiera hablan tu idioma y la llamas Nuevas Indias, Ameríca o alguna tontería similar.

-¡Ah, menos mal!- Ozzy ya estaba desesperado pero no quería formar escándalo forzando la puerta.- Temía que estuviera alguien contigo.

-No. Estoy solo.

-Yo no. Quiero decir, te presento al Artista de la Corona al servicio de la reina, Whispy.

-Uhmmm... mucho gusto... -mirando a Ozzy- ¿Para esto me despiertas?

Munitis observa de reojo como Whispy parece muy nervioso, demasiado. Ozzy parece confiar en él. Le da la espalda para hablar con Munitis y entrar en la alcoba de éste.

-Munitis, es importante. Se trata de un secuestro. Debemos salvar una vida e impartir justicia.

-Siempre que hablas de justicia diría que hablas en verdad de venganza.

-Puede ser éste el caso. Ambas diría yo. Vamos, dejadme entrar a mí y a mi amigo.

-Entrad. Cerraré la puerta con llave.

-Bien hacéis.

Cuando todos han entrado en la amplia alcoba, toman asiento allí donde pueden: Whispy se sienta en la única silla que hay junto al escritorio. Ozzy se reposa sobre la pared apoyando un codo en el reborde de la chimenea y Munitis vuelve a la capa arropándose pero con los ojos muy abiertos en espera del discurso de Ozzy.

-Os diré lo que ha ocurrido con detalle.

Whispy le interrumpe:

-¡No hay tiempo para detalles! AFO tiene presa a Lesarath en un barco del puerto. Y amenaza con arrojarla a los tiburones.

-¿Cómo? No puede ir muy lejos... No dejan partir a ningún barco. Avisad al Capitán del Puerto para que registren el barco.

-Está muerto. Él y la mayoría de los guardias que vigilaban el puerto anoche. El barco zarpó con la niebla.

-No puede ser...

-Sí puede ser. Dejaron los cadáveres de cuatro guardias en el puerto y tres más flotando en el agua. Se ve que trataron de asaltar el barco cuando descubrieron que se preparaban para partir pero la tripulación del Tridente está bien armada y preparada.

Munitis no sale de su asombro: -¡¿Tridente?! ¡¿Has dicho el... Tridente?!

-Necesitamos tu ayuda para perseguirlo. El asesino huye en el Tridente, según dice la carta que recibió Whispy de manos del que ha reconocido como el asesino y ese es el único barco que falta en el puerto.

-¿El asesino de las cartas?

Whispy confirma: -Era su voz. Ya traté con él una vez. No pude alcanzarle.

Munitis sale de un salto de la cama y grita: -¡Rápido! ¡A la Iberian! ¡Debemos detener a ese pirata de Talban y al asesino!

Ozzy le mira, sonríe y le replica: -Pero antes deberías de guardar el pajarito en la jaula. No puedes ir por ahí en paños menores.- Arrojándole el pantalón a la cara.- Vamos Whispy. Ya tenemos barco.

Munitis se viste a toda prisa: -Tendré mi navío listo para partir en una hora.
¿Cuánto nos lleva de ventaja El Tridente?

Ozzy calcula: -Unas cuatro o cinco horas.

-Lo alcanzaremos.
Re: Relato del Ciudadelas I
11-January-2007 18:11
En el puerto de Turín
[Amanecer del Miércoles]

Una tripulación que no está completa, su capitán, el recaudador del reino, el artista de la reina y algunos porteadores más suben como pueden en el orden que les permite la estrecha pasarela que lleva a la Iberian.
Algunos, los porteadores y el capitán, suben y bajan varias veces del barco para descargar grandes fardos que supuestamente llevan comida y agua aunque le da a Maese Ozzy en la nariz que llevan pólvora para destruir una veintena de castillos.

Munitis parece intranquilo: hay cinco hombres que, o están borrachos como cubas o sencillamente no aparecen por ningún lado. Y no está de humor ni tiempo como para registrar todas las camas de cada prostíbulo de Turín. Así que acepta de mala gana el contratiempo. Mientras hace cálculos sobre carga, tiempo, costes y duración de las raciones sus ojos perciben una sombra rápida que avanza por el puerto hacia ellos. Parece una mujer y se confirma al bajar ésta del caballo y echar hacia tras la capucha de una gran capa roja y negra que la cubre casi por completo.
A primera vista le pareció una campesina por llevar ropas que no revestían elegancia alguna pero por la forma de hablar, su acento y por el porte regio que exibía mientras subía por la pasarela hasta el barco consideró que debía ser alguien de palacio. No era la condotiero pues iba sola y era algo mas baja que ella. Al acercarse la reconoció.

-Dejádme pasar Munitis. Iré en este barco. Traigo noticias para Ozzy.

Munitis saludó cortesmente e hizo llamar a Ozzy que discutía sobre acuñaciones con Whispy al otro lado de la cubierta.

-¿Qué ocurre?

La mujer contestó sin saludos ni zarandajas:

-El rey ha sido asesinado. También han tratado de asesinar a la reina. Creémos que el ejecutor ha huído en el Tridente de Neptuno. En nombre de la Reina te ordeno requisar éste barco por ser el más rápido y perseguir a ese... bastardo... nunca mejor dicho.

Munitis se sobresaltó: -¡¿Requisar mi barco?!

Ozzy corrigió: -Tranquilo, es solo una forma de decir que partimos con el permiso explícito de la Reina Matilda y que si alguien nos ataca u osa tocarnos un pelo de la cabeza se estará metiendo nada más y nada menos que con su Graciosa Majestad. Será solo unos días y luego volverá a ser tuyo.

Bita subió y después de echar un vistazo a la cubierta dijo:
-¡Vamos! ¡Si ya hemos cargado provisiones partamos cuanto antes!.

-Aún no... ¡Tunantes!
¡¿Queríais dejarme tirado
como ya hiciera en Flandes
un batallón de tarados
cobardes e infantes?!
¡Haceros a un lado!

Un caballero totalmente vestido de negro montado sobre un enorme pura sangre también negro como la noche y de hermosas crines trataba de subir por la pasarela. Ozzy lo reconoció en el acto aunque llevaba el rostro afeitado y no le cubría máscara alguna. Sus brillantes ojos le traicionaban descubriéndole: era un asesino sin compasión, un alma descarriada que no conocía el miedo ni el dolor.

Munitis, ajeno a asombrarse por encuentros sorpresa de última hora y preguntándose si ésta vez vería llegar a varias mujeres abandonadas por sus marineros pidiéndo que éstos bajaran a cuidar de sus futuros retoños decidió ordenar que quitaran la pasarela en cuanto el desenmascarado subiera a cubierta. Pero éste, a diferencia del resto de pasajeros, suponía cierto problema logístico: ¡iba a caballo!

Munitis se encrispaba deseando partir cuanto antes pero tenía sus reglas:
-¡No podemos llevar tu caballo en el barco!

Kynes no pareció inquietarse por las voces del capitán:
-Sin él no voy a ningún lado.
¡capitán, tranquilo!
Estará a mi cuidado.
Solo hacedle sitio
Seguro que podéis buscarle hueco
en la enorme bodega.
Vamos, no os hagáis el sueco.

-Si crées que ese bicho subirá a mi barco estáis muy equivocado.

-Tendrá pienso de sobra
que he comprado esta mañana
Dejadlo subir de buena gana
Haced una buena obra
He tenido que despertar al chaval
que preparaba los fardos en el corral

Todos entendieron que el pienso lo había robado pero nadie dijo nada.

Kynes bajó del caballo y echó un vistazo a la cubierta. Un rostro le miraba sin compasión directamente a los ojos. Guardaba una furia en la mirada que le fue devuelta multiplicada por mil.

Kynes fue el primero en hablar con su archienemigo Whispy:

-Tú... al fín dí contigo
Debíste esconderte
quizás como mendigo
o será que tenéis suerte...
¡Bastardo!
¡Yo te maldigo!
¡Y te reto a muerte!

Bita, agitada y cansada de un día muy largo, intervino:

-¡No hay tiempo para peleas! ¡Baja el arma caballero negro!

Whispy no reaccionó hasta pasados unos segundos eternos.

-Estoy desarmado. ¿Acaso vas a atacarme con tanto testigo presente?

-¿Testigos? Serán de boda imagino
¿Acaso váis a casaros con la presente? -señalando con la punta de la hoja a Bita-
Conozco mejor excusa
¡Que tenéis muchos hijos!
Al menos... quince o veinte...
Y mujer que os ama
por supuesto locamente
que se quitaría la vida
si sufriérais "accidente"

Whispy no apartó la mirada ni un instante del asesino.
Kynes dió varios pasos hacia él.

-Ozzy, aunque sea de mala gana
¡os ruego le dejéis vuestra toledana!

Ozzy se interpuso entre los dos.
-Nadie matará a nadie en éste barco. Al menos hasta que AFO sea puesto a buen recaudo y rescatemos a Lesarath.
Éste hombre es mi amigo -posando la mano sobre el hombro de Whispy- y le protegeré si hace falta.
¿Habéis entendido bien enmascarado? No sé qué os enfrenta pero sí sé que tenemos una misión y no subiréis a éste barco para acabar con sus tripulantes. ¿Porqué habéis venido? ¿Qué os lleva a embarcar?

-No pensaba dejaros escapar
¿Acaso habéis olvidado
que tenemos deudas por saldar?

Whispy habló sereno conteniendo la tristeza que casi brota como un manantial de sus ojos:

-Ahora tienes dos... o tres deudas que saldar. Mi hermana fue asesinada. De eso hace ya casi tres días.

-Aypexa... no... ella...
La vengaré sin falta
Mataré a quien fuera
No habrá rincón en la tierra
donde esconderse pueda...

-Después de huir de Francia la llevé conmigo a Turín. Temía que siguieras mi rastro y por eso conseguí ocultarla dándole un trabajo en la posada de Pinipón. No esperaba que nadie la reconociera y mucho menos que tú la encontraras. Pero imagino que si estás en Turín es porque me habrás seguido el rastro para encontrarla.
Creo que el mismo que asesinó al rey, AFO, acabó con su vida.

Kynes no podía responder. Bajó la cabeza entristecido y sacó de entre sus ropas la misma máscara que antes llevara. Se la puso y tragó saliva.

-Hoy es día de luto.
Mañana será día de venganza.

Y sin rima, llanto ni mas palabra el oscuro asesino bajó las escaleras rumbo a alguna habitación del barco en la que estar a solas.

Ozzy dejó pasar unos minutos hasta que se atrevió a preguntar. Whispy respondió con un "es una larga historia que ya te contaré".
Ozzy insistió en darle una espada para defenderse si fuera el caso. La única respuesta de Whispy fue:

-No volveré a empuñar un arma. Se lo juré a mi Maestro. Pero si hay alguien en éste barco que sabe bien y puede dar buena cuenta de una hoja afilada es Bita. Dadle una a ella.

-¿Una mujer? ¿Saber manejar una espada?

-Esa es otra historia que también os contaré durante el viaje.

-Creo que hay mucho de tu pasado del que deberías hablarme...

Y la Iberian zarpó.
Re: Relato del Ciudadelas I
11-January-2007 18:12
Sala del trono del Imperio Romano
[Semanas después del asesinato del rey]

Entra en escena El Emperador de Italia.
¿Cómo describirlo con cuatro palabras sin poder expresar toda su esencia?

Oh, el emperador... ese hombre... no era de los que tenía un as de la manga. No. El Emperador DoctorX tenía exquisitas barajas auténticas y completas de la excelentísima casa de maestros artesanos Fourier hechas a mano. Barajas que costaban años de prensar y pulir hasta el mas mínimo detalle que el ojo no pudiera discernir.
Cientos de naipes bajo la manga donde algunos solo sospechaban que tuviera una par de ases escondidos. Planes que parecían planes que incluían planes que eran celadas para otros planes que parecían los auténticos planes. Y cuando creías que podías entender su juego, adivinar su próximo movimiento, acomodarte y avanzar porque te veías bien protegido y seguro, te descubrías a ti mismo, el paupérrimo rey que eres de tu propia existencia y como si de un tablero de ajedrez se tratara, asediado por tantas de sus piezas en un jaque mortal que sesenta y cuatro escaques te parecían pocos.

Ese hombre, si es que era un hombre porque muchos murmuraban que era el diablo encarnado, rompía el aquel viejo dicho italiano que rezaba "cuando la partida termina, el rey y el peón van a la misma caja". Porque tus piezas acababan destrozadas, siendo serrín, polvo al polvo, amén y gracias. Y las suyas volvían al tablero para acabar con el próximo enemigo sin compasión ni descanso y ni el polvo de los años podía quitarles el brillo del primer día.
Algunos decían que no era el diablo encarnado sino una entidad superior y aún mas cruel y despiadada a la que el mismísimo Satanás consideraba su propio diablo y que lo había poseído.
DoctorX era una encarnación maligna dentro de la propia encarnación del diablo del ser mas poderoso de la Tierra.

Si eras su enemigo, debías olvidarte de tu familia y de tus amigos: estarían bajo su mando como marionetas de carne a los que el Emperador les hubiera metido su elegante mano enguantada de seda por las partes traseras acomodando las tripas a ella para moverlos a su completa voluntad. O bien estarían muertos, que para el Mas Grande de Italia, venían a ser lo mismo, salvo que menos útiles. Y con peor olor. Pero para él todo el mundo tenía mal olor salvo su ilustrísima emperatriz Pini.

DoctorX era tan capaz de cruzar Europa entera o conquistara y arrasarla decapitando a cientos de millones de pobres almas inocentes, vender a su madre y a la madre de su madre si aún viviera y a toda su linea de sangre completa, incluyendo primos terceros y cuartos tan lejanos que solo aparecen cuando están endeudados, solo para *joder* a *cualquiera* de sus enemigos. Así que jamás podías sentirte a salvo por muy poca amenaza que creyeras ser para Su Radiente Magnificencia, aunque te protegieran varios cientos de reinos taifas tan bien protegidos como Granada y cientos de miles de kilómetros de Alpes, Himalaya, desierto del Sáhara, el mar Muerto y el propio infierno esperando gustoso el regreso de Su Señor La Excelentisima Maldad Encarnada para tomarse un descanso en el camino.

Siempre podrías ser su próxima víctima a no ser, y como única excepción, que fueras un africano muy del sur, de los que si dan un mal paso caen a las frías aguas que rodean la antártida o un pobre esquimal en el polo norte ajeno por completo al resto de la humanidad. Pero incluso los alegres y felices esquimales se aseguraban temblorosos, al abrir un tímido agujero en el hielo para pescar, que El Temible DoctorX no estuviera acechándolos bajo miles de toneladas de agua helada para llevarse sus almas consigo.

Era tal su poder que se extendía hasta en la iglesia, el mismísimo Vaticano, que por cierto era para DoctorX casi como su sala de juegos particular y no sería de extrañar que algún día hubiera jugado a los bolos con la cabeza de algún santo para tirar algunas cruces. No era de extrañar que lo temieran tanto los curas, frailes, obispos, cardenales, fracturas, fobias, hemorragias y demás formas de incapacitación de la mente y el cuerpo. Y es que lo temían tanto que le rezaban un "Padre DoctorX que estás en Roma, bienhallada sea tu Malignidad" antes de cualquier otro rezo a Cristo no sea que se ofendiera su Gran Satanidad El Emperador.

DoctorX era tan cruel y retorcido, sorprendente y despiadado, horriblemente maquiavélico y de inteligencia tan ruin y perversa que casi podría ser el malvado antagonista del héroe de una novela de Neal Stephenson.

Y allí estaba él, en la sala del trono, con aspecto feliz y jovial como si hubiera ordenado decapitar a unos cuantos cientos de sus enemigos mientras desayunaba.

Describir los miles de lujosos detalles de la magnificencia de la sala del trono llevaría a cientos de escribanos ardua tarea de años. Tan solo diré que la sala del trono de Turín comparada con la sala del trono de DoctorX parecía un corral sucio y mugriento en el que ni siquiera José habría querrido que naciera el niño Jesús la noche de su nacimiento de camino a Belén.

DoctorX jugueteaba con un báculo dorado cuyo valor era tal que podría alimentar si lo vendiera a media ciudad durante días. Y pensaba. Porque si algo se le daba bien a este ser maligno era pensar.

Después de meditar un rato dió órdenes a su consejero:
-Informad al Vaticano de que uno de los enemigos de la iglesia desea acabar con la vida del Pontífice.
Quiero que a mi orden tiemblen y se cierren como una concha. Y si no creen mis palabras a pies puntillas prepara un complot para acabar con el papa. Utiliza a todo aquel que creas no serme fiel hasta la médula. Pero que no tenga éxito, este papa es perfecto para mis planes.

-Su Magestuosa Excelencia.

-Hablad.

-Llegan noticias por paloma mensajera. El rey de Turín ha muerto.

DoctorX amplió su sonrisa.

-¡Al fin!. En ese caso enviad un mensaje a Dyr. Que tome el palacio bajo mi beneplácito. Y preparad la armada así como las tropas asentadas en el norte. Con Turín bajo mis órdenes podré utilizarla para atacar Francia desde el mar y sacrificar la isla si fuera necesario.

-Como ordenéis.

-Marchaos. Debo planear una conquista...
Re: Relato del Ciudadelas I
11-January-2007 18:13
En uno de los camarotes de la Iberian
[Noche del jueves]

Ozzy, ya solo en el camarote y al llegar la noche, se deja caer sobre la cama, cierra los ojos y queda meditabundo.
Piensa en la última vez que vió a Edith. Recuerda la noche anterior, cuando escaló hasta su ventana y como ella la observaba deseosa de verle para dejarle entrar en su alcoba cuanto antes pues temía que alguien pudiera descubrirlos.

Sintió pasar cada segundo lentamente, entristecido y consciente de que se alejaba de ella y que quizás no volvería a verla nunca. Buscando consuelo dejó vagar su mente a recuerdos mas lejanos que, a pesar de los años, recordaba como si hubieran ocurrido ayer. En tales recuerdos, rondaba en secreto a una jovencísima cortesana que le rechazaba constantemente.

Ya habían tenido algunos escarceos juntos pero la situación no permitía mas romance juvenil y noches a la luz de la luna entre los setos del jardín del palacio. Ella tenía obligaciones y una vida entre la nobleza que Ozzy no podía corresponder pues pertenecía a la milicia.

Sin embargo, él la rondaba sin cesar y cauteloso, pues su puesto como capitán de uno de los puestos de la muralla norte de la ciudad de Florencia no era baladí ni mérito que quisiera perder a la ligera, sino escalafón a mayores cargos.

Pero sentía un fuego interior que le perdía por aquella mujer. Era el mismo fuego que le lanzaba al combate y que lo volvía aguerrido y valiente sin importar peligro o adversario alguno sobre la faz de la tierra.

Recién caída la noche, recordaba Ozzy, salía de su casa y caminaba solo por las calles destino a la casa de su amada.

A cada paso se encontraba mas cerca de su ansiado destino: la noble casa en la que Edith pasaba las noches y algunos muy largos días, casi eternos para Ozzy, con sus sirvientes y nadie más, pues según descubrió el capitán por una amiga de ésta, Kidaliena, el resto de la familia de la joven Edith había partido hacia la vieja España hacía semanas y no tenían planes de regresar en meses por largos y tediosos negocios. Ella partiría en breve obligada a acabar su romance con el joven Ozzy.
Las obligaciones familiares la requerían. Vendería la villa y no regresaría a Italia si no era brevemente y por razones comerciales.

Dió el último giro a una esquina para ver la gran mansión que no era tan imponente comparada con otras de la zona mas modernas o construidas recientemente.

En el último momento se acobardó pero volvió a armarse de valor y, con Sigilo y Valentía, las dos espadas que siempre llevaba al cinto, saltó el muro y cruzó el jardín de la mansión de la lejanamente futura governadora de Turín.

Oculto tras un gran seto, observó durante un largo rato las luces que se encendían y se apagaban por la casa quedándole claro que posiblemente su amada cruzaba un pasillo candelabro en mano hasta su habitación.
La segunda ventana dejó pasar algo de luz así que debía ser esa, supuso.

Ozzy no podía subir por la ventana sin más como un asesino o un ladrón y sorprender a su amada así que se había aprovisionado mientras tanto de piedrecillas y alguna esquirla de canto rodado para tratar de llamar la atención de la joven Edith apedreando el cristal. Pero la ventana estaba tan alta, la oscuridad era tan densa y debían ser tan pequeñas y ligeras las piedras para no romper el cristal ni despertar a toda la casa que no acertaba a hacer el ruido suficiente o sencillamente no acertaba.

Al cuarto o quinto intento, Ozzy dió en la diana que representaba la ventana semiabierta e hizo el suficiente ruido como para que la joven se desvelara y se acercara curiosa a descubrir la causa de los ruidos.

Edith se quedó de piedra al ver a Ozzy agazapado entre los matorrales y éste no hizo mas que morirse de verguenza y preguntarse como diablos se había metido en una situación tan embarazosa. ¿Quién le mandaba humillarse así?

Edith suspiró con un "oh, no puede ser él, por dios que no sea él" y abrió la ventana para decirle en susurros que se fuera a casa. Ozzy malinterpretó el gesto y comenzó a escalar por las enredaderas que cubrían la pared de ese lado de la mansión. Edith no supo reaccionar a tiempo para avisarle que no lo hiciera y aún no había pasado ni medio minuto cuando el joven Ozzy se encontró cara a cara con ella. Él se aclaro la garganta y comenzó a hablar con dificultad por los nervios a una joven totalmente sorprendida y boquiabierta.

-Sé que va contra toda lógica. Que ya nos hemos dicho todo lo que deberíamos decirnos.
En realidad no todo, yo aún tengo algo que decirte.

-¿Qué Ozzy?

-No puedo dejar de amarte. Porque te quiero, te quiero con locura mas allá de la razón.
Y como un estúpido arrogante me resisto a aceptar que te marchas para siempre. A aceptar la realidad de que eres una noble y yo un simple soldado.

-¿Estás enamorado? El amor es algo vacuo. Desaparece tal y como viene. ¿Porqué no iba yo a marcharme? ¿Porqué no acabar este romance infantil?

-Porque me niego a olvidar los lunares de tu cuerpo,
el sabor de tus labios tan dulces,
el calor que arde en tu pecho,
la selva que es tu pelo,
el tacto de tus manos tan suaves y delicadas,
tus ojos tan castaños como la ruda tierra de conquistadores que te vió nacer y que te hizo mujer guerrera.
Porque te deseo hasta el punto de que soy capaz de olvidar quien soy y como un chiquillo hablarte de amor bajo tu ventana.
Porque a cada minuto que pasa mi mundo se parte en dos desgarrado. Querer y Deber. Te quiero pero debo alejarme de ti. Entre la espada y la pared me tienes. Y no puedo seguir así hasta que vuelvas a quererme o deje yo de amarte. Y sé que nunca ocurrirá lo segundo.

-Joven Ozzy, sé que nos besamos y que... bueno, y también os dije que os quería y quizás la fogosidad del momento y el calor del vino nos llevó a jugar entre arbustos a juegos de amantes pero yo no pensaba en el futuro en tales situaciones. Las cosas cambian y aún van a cambiar mucho más. Tengo responsabilidades con mi familia y obligaciones nobiliarias y vos sois solo un...

-...un villano, sin un futuro prometedor que me haga ser el hombre que tú te mereces.

-Debéis marcharos.

-Puedo controlar mis acciones pero mis sentimientos cabalgan desvocados.

-¡¿Pero qué queréis de mi?! ¡¿Queréis que os ame?! ¡¡No puedo!! ¡¿Qué queréis?!

-Nada querría más que perderme bajo tu falda.
Ser tu amante desfogado por las noches.
Hacer el amor contigo hasta agotarnos.
Despertar a tu lado y volver a hacerte el amor cuando los cálidos rayos del amanecer entren por tu ventana.

-Solo queréis mi cuerpo.

-Os quiero a vos. A un todo. Vuestro cariño y vuestra pasión infinita. Vuestro deseo y vuestra mirada pícara.
Oir vuestra melosa voz que me pierde y me condena a los mas impuros pensamientos.

-No. Olvidad toda esperanza.

-No puedo. Porque sin la esperanza de volver a amarte mi vida se siente vacía.

-Habrá otras, sin duda. Sóis joven. El amor es algo temporal. Un ciclo. Ya llegarán otras primaveras.

-Aunque, quizás, el destino me depare otra mujer que me desee, siempre será "otra". Porque tú ya te has ganado mi corazón como ninguna ha sabido hacer. Y en tus manos está rechazarlo o acogerlo en tu seno.

-Sois un niño romántico que tan solo sabe decir palabras de amor. Rima y prosa que habréis leido de mil libros.

-No puedo prometerte la eternidad en verso. No soy poeta romántico ni sé si habrá algo mas allá pero en este mundo, por mas que he querido dejar de amarte no he podido sino enamorarme hasta desear no haberte conocido.
¿Hay acaso mayor infeliz que aquel que ama y no es correspondido con amor?
Las noches pasan sin gloria y con pena, porque no son noches sin ti, solo desvelos de madrugada.
El vino pierde el sabor si no brindo contigo. Todo es tristemente falso si no estás.

-Os dejáis llevar por las apetencias de la carne. Hay mas mujeres que yo.

-Puedes pensar que estos sentimientos son fruto de la pasión, de los deseos carnales. Y no lo negaré, solo en parte.
Sé que en tu vida ha habido mas amantes que yo. Pero ninguno te habrá querido tanto como este caballero que no puede dejarte marchar sin decirte una vez mas que te quiere.

-¿No habéis pensado que quizás amo a otro y no he querido decíroslo para no lastimaros?

-Si otro tiene tu corazón, o tu cuerpo, guardaré con sumo cuidado en entretelas de seda mis esperanzas de que algún día vuelvas a mi lado. Y me marcharé cabizbajo. Pero seguiré queriéndote, no lo dudes ni un solo instante.

-Ozzy. No. No sigas.

-Estáis destinada a ser doblemente feliz en la vida...
...para ser feliz por los dos... porque yo no puedo serlo.

-Ozzy... Os váis a helar o a caeros desde muy alto. Aunque mas daño no podéis haceros si os golpeáis en la cabeza. Vamos. Pasad.

El joven caballero no podía creer lo que le decía Edith. Nervioso, terminó de subir los últimos escalones del enrejado de hiedra y pasó al interior de la alcoba de la joven. No supo en ese momento qué hacer.

Ambos se miraron y ella se acercó a la distancia de un beso. Él reaccionó y la rodeó con sus brazos para darle un beso largo y... húmedo: sus lenguas se tocaron y ambos se resistieron a darle fin al beso.

La mano derecha de él, diestra con la espada, se volvió torpe y lenta para desvestir a la mujer.

Despues de aquel encuentro el milagro de la vida se produjo.

Nueve meses después nació un hermoso retoño que fue entregado en adopción. Pero Ozzy nunca supo nada de ésto pues Edith partió de vuelta a España dos días después guardando el secreto consigo.
El joven Ozzy no volvió a verla hasta pasados varios años.



Editado 2 vez/veces. Última edición el 15/01/2007 18:16 por jcdenton.
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